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Futuro: empleos, sectores e ideas para las próximas décadas

Es más sencillo copiar o modificar ligeramente productos existentes que diseñar cosas nuevas y crear nuevos mercados. La automatización y la robotización implican menos empleos repetitivos bien remunerados como los que mantuvieron las clases medias, pero también nuevas oportunidades. Repasamos algunos empleos y tecnologías que podrían abrirse camino en los próximos años.

¿Cuáles son estos nuevos productos y sectores que harán nuestra vida más próspera, fácil, interesante? ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Cuáles son los escenarios más plausibles para el futuro.

El emprendedor Peter Thiel finaliza su ensayo sobre innovación Zero to One con los escenarios que imagina una de las autoridades en la materia, el futurólogo Nick Bostrom.

Los 4 futuros posibles según Nick Bostrom: la tecnología es la salida

Nick Bostrom coincide con varios autores de ciencia ficción en que el mundo podrá evitar la distopía a largo plazo aprovechando el potencial de las máquinas creando nuevas interfaces “naturales” que funcionen con voces, gestos e incluso con impulsos químicos cerebrales, así como robots que asistirán a humanos en todo tipo de tareas.

Existen algunas pistas sobre este futuro en distintos ámbitos del presente:

  • robotización de las industrias con alto valor añadido;
  • primeras interfaces cerebro máquina, en aplicaciones de realidad aumentada como Google Now y Apple Siri en dispositivos similares a Google Glass;
  • vehículos que conducen por sí mismos;
  • aplicaciones médicas que convierten cualquier teléfono en un terminal de salud y diagnósticos médicos (pronto también en un terminal de análisis genético y testeo de infinidad de enfermedades, desde el cáncer al potencial para desarrollar demencia a una edad avanzada);
  • aplicaciones de inteligencia artificial como Watson de IBM;
  • terminales de impresión 3D casera y fresadoras de control numérico CNC que convierten cualquier taller de aficionado con conexión a Internet en un centro puntero en I+D+i;
  • etc.

Esperando los beneficios más plausibles de la globalización

De momento, los beneficios de la globalización y la robotización/automatización se han traducido en mayor acceso a productos de consumo económicos. La mejoría económica desde la Gran Recesión no se ha notado en amplias capas de los países ricos, mientras continúa la precariedad laboral entre los más jóvenes y peor educados.

En Estados Unidos, por ejemplo, los salarios han descendido entre los más jóvenes en el período 2007-2013.

Con este estado de las cosas, ¿percibe la mayoría de la población en los países ricos, con salarios y nivel de vida virtualmente estancados en las últimas décadas, la globalización y la tecnificación de la economía como avances o retrocesos?

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El economista Tyler Cowen es optimista sobre el futuro y cree que la tecnología y el ascenso de China e India como superpotencias aportarán mayor prosperidad para todos en forma de productos y servicios más económicos y accesibles, así como nuevos sectores sobre los que podemos especular debido a las abundantes pistas, pero, como recuerda Peter Thiel en Zero to One, no sabemos cuál será el próximo Google o la próxima tienda Amazon.

Básicamente, no sabemos cómo serán las próximas empresas que crearán sectores totalmente nuevos que creen prosperidad, porque el futuro Google no será un motor de búsqueda, ni el futuro Facebook será una red social.

De las posiciones neoluditas a la tecnología como herramienta

En su ensayo Average Is Over, el economista Tyler Cowen expone las dificultades por las que atraviesan las clases medias de los países ricos con trabajos de intermediación fácilmente automatizables o exportables, y augura un futuro difícil para aquellos cuyas habilidades compitan con un ordenador.

En cambio, dice Cowen, “si tus habilidades no complementan las de un ordenador, quizá le interese abordar ese desajuste”. En otras palabras, el economista nos invita a aliarnos con los algoritmos y no a convertirnos en desconfiados luditas (al estilo -articulado- de Ted Kaczynski, por ejemplo), creyendo que el causante de nuestro aciago destino es el amasijo de circuitería ante nosotros, y no la idea detrás del servicio que nos ha hecho perder el trabajo.

A medida que sea más fácil personalizar entornos de programación automatizados para ajustarlos a nuestro trabajo, la tecnología permitirá a cualquiera (un programador, un compositor de música, un artesano, un arquitecto, un experto en marketing, un consultor que trabaje desde casa) lograr una ventaja competitiva que no hubiera estado a su alcance sin su alianza con las herramientas tecnológicas a nuestro alcance hoy.

La intermediación que las máquinas no superarán

Hoy, diseñadores industriales y todo tipo de trabajadores artesanos e intelectuales cuentan con información y herramientas a su alcance por un coste que se aproxima rápidamente a cero. La experiencia, la labor del curador y el connoisseur, crecen en importancia a medida que el valor se concentra en el servicio (datos y experiencia) y abandona el producto físico.

Desconocemos los conocimientos exactos para lograr la mejor situación estratégica en el futuro según nuestros intereses, pero la mejor manera de acercarse a una profesión ideal que todavía no se ha materializado consiste en evitar la tentación de simplificar la realidad, descartar los errores para acotar lo que buscamos y evitar puntos débiles concentrados que puedan dañar nuestras perspectivas (por ejemplo, dedicarnos a una tarea que cualquiera puede automatizar con una aplicación gratuita). 

Esta estrategia de cara al futuro ha sido catalogada por el ensayista estadounidense Nassim Nicholas Taleb como “antifrágil“.

Habilidades profesionales con futuro brillante

Elaborando la idea expuesta por Tyler Cowen en Average Is Over acerca de cómo complementar de la mejor manera nuestras habilidades con las de la automatización y robotización del futuro, David Brooks enumera “las actividades mentales que mejor complementan la inteligencia mecanizada”:

  • amantes del estilo libre (“freestylers”): el equivalente en ajedrez a la estrategia libre e impredecible;
  • sintetizadores: el mundo computerizado e Internet aportan tanta información que ésta se convierte en mercancía, ya que lo auténticamente útil es asimilar la información relevante en cada momento y combinarla de manera innovadora en patrones o relatos originales;
  • humanizadores: personas cuyo fuerte consiste en evocar la empatía humana, tan difícil de reproducir en automatismos, y la adaptan al potencial tecnológico existente (creando, artefactos tan fáciles de usar que el usuario sabe usarlos con naturalidad; hasta que Steve Jobs insistió en ello, la idea de usar un grueso dedo como puntero era poco menos que un buen chiste; ahora, el chiste consiste en sugerir un puntero como herramienta que sustituya al dedo índice en la pantalla de un teléfono);
  • ingenieros conceptuales: personas capaces de “aportar métodos creativos para solventar problemas inesperados”, un perfil necesario en proyectos y empresas que dependen de interpretar ciencia computacional para, a través de fórmulas que nadie ha probado antes, lograr productos como el algoritmo de búsqueda de Google;
  • motivadores: la capacidad para empatizar con personas a través de Internet es limitada en comparación con esfuerzos ritualizados que dependen del contacto interpersonal, de modo que la capacidad para extraer lo mejor de la gente de manera remota será una capacidad valiosa;
  • curadores y connoisseurs: Tyler Cowen estima que quienes aprendan a beneficiarse de las oportunidades de un mundo más automatizado -que estima en un porcentaje del 15% de la población- requerirán todo tipo de servicios con alto valor añadido; alguien tendrá que producir esos bienes y presentar esos servicios;
  • economizadores: el 85% restante de la población, con habilidades profesionales menos decisivas, no estará compuesto por el equivalente a los más desfavorecidos en la sociedad actual, sino omnívoros culturales con una rica vida social e intelectual, capaces de viajar y autorrealizarse logrando más con menos recursos, gracias a Internet (economía colaborativa) y a decisiones conscientes de estilo de vida;
  • tejedores: los más afectados de la nueva situación carecerán de una fuerte motivación personal y de nociones básicas de economía conductual para evitar costosas decisiones que podrían empeorar su situación todavía más; los casos más urgentes requerirán ayuda informal y formal, con mentores privados y públicos, así como ofertas de empleo que eviten la desmotivación y el riesgo de desintegración social.

¿Un 15% de ganadores autorrealizados y un 85% de conformistas?

La taxonomía sugerida por Tyler Cowen en Average Is Over es suficientemente abierta e inclusiva como para ajustarse al devenir de las próximas décadas; la tesis del ensayo presenta un panorama brillante para el 15% de la población (quizá el porcentaje aumente) prosperando muy por encima de los puestos de consultoría, computación y marketing mejor remunerados hoy, si bien el 85% restante ofrecerá productos y servicios sometidos a la presión de la competencia y la automatización.

La salida para quienes carezcan de una ventaja competitiva clara dependerá de las decisiones y mentalidad personales, así como de la capacidad de la sociedad para ofrecer elevada prosperidad con muchos menos recursos. La capacidad de reciclaje profesional y cultura del riesgo personal jugarán un papel preponderante entre quienes no se conformen con un puesto laboral obsoleto e “inventen” nuevos empleos y fabriquen sus propias oportunidades.

Muchos expertos y profesionales no coinciden con las hipótesis de Tyler Cowen y Peter Thiel, entre otros, y creen que el sector público debería intervenir en la economía para redistribuir las rentas del capital, para proteger así el poder adquisitivo de quienes viven de su trabajo directo. El economista francés Thomas Piketty expone esta idea en su influyente El capital en el siglo XXI.

La desconfianza ante las élites y el futuro de parte de la población

El comentario más popular a la columna de David Brooks en The New York Times a propósito de Average Is Over, el ensayo de Tyler Cowen, responde con causticidad a la idea de clasificar las perspectivas de futuro de la población en función de sus habilidades mentales para complementar la inteligencia mecanizada.

El comentario, que es una enmienda a la totalidad de la sociedad actual y muestra la pérdida de confianza en las élites y el aumento del extremismo debido a las consecuencias de la Gran Recesión, dice que en el mundo de los hermanos Koch y David Brooks (comen (arquetipo, respectivamente de los “capitalistas desalmados” según el estereotipo de determinados críticos, y del comentarista conservador de The New York Times, en el caso de Brooks), las tipologías del futuro serán más bien oscuras.

Cito las tipologías expuestas como respuesta irónica en el comentario más popular en el artículo de Brooks: “banksters”, “incestuoseros” (refiriéndose a las puertas giratorias entre negocios y política, como Stephen Cutler, que pasó de JPMorgan a la SEC), “plutócratas”, “creadores de empleo como Mitt Romney”, “dependientes como los de Wal-Mart”, “technorati” (quienes creen que su startup de 1 año vale más que Exxon Mobile, dice irónicamente), “nepotistas” y “esclavos” (estos últimos conformarían, según el cáustico comentarista, un 47% de la fuerza laboral).

¿Avances? Volando más lentamente y peor que en la era del Concorde

Para Tyler Cowen, esta respuesta cáustica y falta de credibilidad del sistema para los que más padecen las consecuencias del estancamiento económico en los países ricos, no es una sorpresa, sino más bien el análisis predominante de la situación, que se olvida de la falta de crecimiento real debido a la falta de innovación y se centra en sus consecuencias: demanda débil, aumento de la desigualdad, competencia china, degradación de las infraestructuras, etc.

Cowen cree que los economistas actuales adolecen de una lectura histórica de las dificultades actuales, olvidando que la era de progreso tecnológico y económico que siguió a la II Guerra Mundial fue iniciada con las ideas creadas bajo presión y en circunstancias excepcionales durante la guerra.

Desde los ochenta, y coincidiendo con el colapso del bloque soviético, los países con rentas altas se han centrado más en lograr retornos de inversión a corto plazo que en transformaciones tecnológicas radicales, lo que explicaría que, por ejemplo, la aviación comercial carezca en estos momentos de ofertas de vuelos supersónicos como el Concorde, o que el coche eléctrico y las energías renovables no estén plenamente implantados desde finales de los setenta, cuando el descenso de los precios del petróleo provocó la cancelación de varios proyectos para acelerar su desarrollo.

La batalla de quienes no llegan a fin de mes

Los comentarios irónicos a cualquier artículo que trate de relacionar la falta de innovación con las dificultades presentes muestran también otra realidad: una buena parte de la sociedad vive con lo justo para pasar el mes (en Estados Unidos, la cifra alcanza el 40%, según McKinsey).

¿Cuáles son los empleos del futuro que aprovechen la complementariedad entre individuo y algoritmo, y cuáles estarán más sujetos a una completa automatización?

Un vistazo a los vídeos de Kirsten Dirksen para *faircompanies arroja algunas pistas: habrá un ascenso del trabajo de artesanía tecnológica aplicada a varios campos, desde la agricultura a los bienes de consumo personalizados con alto valor añadido, pasando por la alimentación y la gastronomía, el transporte individual sostenible, etc.

(Algunos) Trabajos del futuro

Las firmas Canadian Scholarship Trust Plan (CST) y Sparks & Honey especulan acerca de una decena de empleos que podrían popularizarse en el futuro, o al menos ofrecer pistas sobre productos y servicios relacionados:

  • conductor de drones (tarde o temprano llegará su regulación);
  • agricultor urbano, con potencial tecnológico y científico por explorar a pequeña y gran escala (granjas verticales, hidroponía, acuaponía, acuicultura, microponía, permacultura, jardines comestibles, xeriscaping, etc.); también hay potencial para apicultores urbanos, micólogos, y granjeros de insectos para gastronomía entomofágica;
  • impresor 3D de productos finales, modelos, comida, circuitos, etc.;
  • diseñador a partir de desechos (“trashformer”);
  • renaturalizador (restauración de procesos naturales y reconexión de hábitats, etc.);
  • empleos a medio camino entre psicología y neurología;
  • arquitectos e ingenieros de realidad aumentada;
  • telecirujanos (cirujanos a distancia);
  • expertos en criptomoneda y economía de Internet;
  • gestores de presencia digital (y de la “muerte digital” o gestión de nuestra presencia en la Red más allá de nuestra muerte).

Algunas de estas propuestas son más oníricas y sugestivas que realistas, pero la mayoría tendrá su oportunidad en las próximas décadas.

Cuando información, productos y servicios son mercancía asequible

El ensayista Jeremy Rifkin, autor de El fin del trabajo, expone en su último ensayo, The Zero Marginal Cost Society, que las máquinas cambiarán en significado de ser humano, pero a su vez facilitarán y abaratarán nuestra existencia.

Rifkin cree que los agentes de esta transformación serán la Internet de las cosas (conexión de todo con todo), la economía colaborativa (P2P) y un nuevo tipo de capitalismo (más directo entre individuos, más automatizado y sin apenas intermediarios).

En esta economía con productos proporcionados a un coste marginal cada vez más bajo, será más fácil para quien se lo proponga dedicar más tiempo a cuestiones más elevadas relacionadas con su propósito vital, y menos a las necesidades fisiológicas o de seguridad, siguiendo el modelo de la jerarquía de las necesidades humanas propuesto por el psicólogo humanista Abraham Maslow.

¿A las puertas de una nueva era de prosperidad?

Tyler Cowen cree que existe una ventaja competitiva en manos de unos pocos en la actualidad, que les permite controlar y manipular los algoritmos en nuestra sociedad.

A medida que se generalicen las habilidades para programar y gestionar dispositivos entre objetos, cualquiera estará en igualdad de condiciones con departamentos de empresas punteras en el campo que elija.

El economista y fundador de Marginal Revolution escribe en The New York Times que “el futuro puede también ampliar una categoría de empleo basada en trabajadores que se alíen con robots inteligentes que requieran asistencia humana”.

Esta “asistencia humana” a la que se refiere Cowen estará relacionada con la capacidad de discernimiento, la creatividad, las cuestiones éticas y la gestión de incidencias, que requerirán la supervisión de la conciencia humana por mucho que avance la inteligencia artificial.

La Segunda Era de las Máquinas

Además de posibles nuevos sectores y posibles nuevos tipos de empleo para el futuro, Tyler Cowen, Peter Thiel, Jeremy Rifkin y otros autores que especulan sobre las debilidades y potencialidades de la sociedad hipertecnológica de las próximas décadas (por ejemplo, los profesores y ensayistas Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, autores de Race Against the Machine y, más recientemente, The Second Machine Age), relacionan cualquier mejora de la situación de desigualdad y precarización laboral actuales con la innovación.

Se necesitan tecnologías transformadoras, sectores enteros surgidos de la nada, métodos que cambien radicalmente la producción de energía, el transporte público y privado en distintos entornos y distancias, así como avances radicales en la exploración (y posible explotación/colonización) interplanetaria. 

10 tecnologías que podrían conformar nuevos sectores

Por de pronto, cualquier búsqueda de sectores o ideas con potencial para los próximos años aporta ideas que merece la pena explorar. 

Aventuramos 10 de ellas:

  1. Energía solar con eficiencia de plantas (clorofila: 90% de eficiencia; células fotovoltaicas: 35%);
  2. ¿autos voladores? Hay tantas bromas como avances reales sobre este respecto; el coche volador va camino de convertirse en el próximo “coche de hidrógeno”: siempre a punto de llegar, siempre a 10-15 años de distancia de aplicaciones comerciales;
  3. fusión nuclear (virtualmente inacabable, segura, no contaminante, barata a largo plazo);
  4. energía cinética comercial (o cómo propulsar nuestros dispositivos con nuestros desplazamientos y rutinas deportivas);
  5. microapartamentos modulares de quita y pon (¿contenedores logísticos ligeros o sistema “plug & play”?) y mobiliario “energético” (campos de energía y nuevos materiales en lugar de la tradicional materia);
  6. climatización que no requiera electricidad (con avances significativos en aire acondicionado, informa The Economist);
  7. producción sostenible de biomateriales: ¿se puede producir piel de calidad sin necesidad de criar y sacrificar animales? Varias empresas trabajan en ello;
  8. alimentación deconstruida a escala molecular para alimentarnos de manera efectiva, económica, sostenible, adaptada a nuestras necesidades individuales (ejemplo, Soylent);
  9. gerontología experimental y transhumanismo: avances para prolongar la vida e incluso extenderla más allá de la muerte clínica (por ejemplo, a través de clones digitales, partiendo de postulados similares a los sostenidos por Martine Rothblatt);
  10. exploración espacial comercial: viajes espaciales abiertos al turismo y a la exploración científica y de recursos, siguiendo modelos de concesiones comerciales similares a las de la Era de los descubrimientos.

Lo grande y lo pequeño

En todos estos campos, la ciencia computacional (en conversación con filosofía y neurociencia), los algoritmos y la robótica jugarán un papel primordial.

De fondo, la singularidad tecnológica o la teoría científica unificada de lo grande (relatividad) con lo pequeño (física cuántica) sentarán las bases desde las que lanzar las propias misiones para avanzar en lo que conocemos y despejar incógnitas por el camino, siguiendo la idea socrática de aprender arrinconando incertidumbres hasta que éstas son resueltas y se agotan, dando pie a otras líneas de conocimiento.