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Intersección entre física teórica, filosofía y… chamanismo

En ocasiones, el mejor modo de considerar la realidad consiste en evitar el detalle realista y optar por interpretaciones auténticas de alguna de sus perspectivas. La música, la ciencia ficción, las parábolas y aforismos, se engloban en una categoría ancestral, la “poética”.

Consciente de que su visión vital y llena de perspectivas del ser humano lo acercaba más a la crudeza instintiva de la música o a la pureza de trazos violentos y saturados de color de las primeras tragedias griegas (las de Esquilo: cuando lo instintivo o dionisíaco no había cedido ante las ansias de perfección de lo moral y razonado -apolíneo), Nietzsche escribió su mejor filosofía recurriendo a parábolas.

Portada de la edición original en inglés de "Las puertas de la percepción", ensayo escrito por Aldous Huxley en 1954
Portada de la edición original en inglés de “Las puertas de la percepción”, ensayo escrito por Aldous Huxley en 1954

Alejarse hacia el pasado o el futuro remotos nos permite escabullirnos por un instante de las minucias que nos preocupan y atender a nuestra relación con todas las cosas desde mucho antes de nacer, y hasta mucho después de haber muerto.

Realidad cíclica e interdependiente

La poética (desde la música más instintiva y repetitiva al verso libre más contemporáneo) surge, según quienes se sorprenden de lo extraordinario de habitar la realidad, de nuestra relación esencial con lo que nos rodea.

El panteísmo de Spinoza no es equiparable en casi nada al nihilismo de Schopenhauer o al vitalismo optimista Nietzsche y su “voluntad de dominio”: los tres filósofos coinciden, sin embargo, en celebrar la intuición humana en la belleza del universo, que nos retrotrae, aunque sea en minúsculas ráfagas, a unos inicios en que nuestra especie entendía conciencia (o alma), cuerpo y naturaleza como un sistema de fronteras difuminadas y no sólo permeables, sino interdependientes, en las que no hay moralidad ni culpa, ya que el objetivo no es distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, sino existir de acuerdo con el desarrollo del propio potencial e intenciones en un entorno dado.

Explorar, en otras palabras, la autenticidad propia y sus mutaciones a medida que nos deslizamos por una existencia cuyo presente no se compone de instantes de racionalidad, sino que el propio concepto de temporalidad se abre a una interpretación más instintiva: a veces, da la sensación de pararse; a veces, se escurre con la rapidez de nuestro ágil movimiento. Del mismo modo, tanto nosotros como lo que nos rodea tienen un pasado y se les intuye un futuro, un carácter cíclico.

Observar el mundo sin el corsé dualista

La filosofía oriental, desde el desaparecido zoroastrismo (familia irania), a las doctrinas dhármicas (desde el hinduismo y jainismo al budismo y el taoísmo), conservaron la celebración intuitiva de ser humano y entorno de las religiones tradicionales, en las cuales el ser humano no asume la posición central y abstraída de lo percibido, sino que permanece supeditado a una realidad que depende del conocimiento del entorno.

Esta relación entre el panteísmo de las religiones tradicionales, que no abstrae artificialmente al ser humano de su entorno como hace el dualismo de la tradición occidental a partir de Platón (religiones abrahámicas, neoplatonismo, cartesianismo, idealismo del siglo XIX), y la fusión entre individuo y entorno de las religiones dhármicas en particular y orientales en general, explicaría por qué, al llegar a Japón, el budismo zen fue absorbido y convivió sin problemas con el sintoísmo, hasta fusionarse en un único sustrato panteísta.

Dibujo del poeta, pintor y grabador inglés William Blake sobre la alegoría bíblica de la Escalera de Jacob, una estructura en espiral a través de la cual los ángeles ascendían y descendían del cielo: en las religiones abrahámicas, el tiempo es lineal, con un principio y un fin (y el objetivo de ascender a un cielo espiritual), a diferencia de la visión cíclica del eterno retorno, evocada en religiones tradicionales y filosofía oriental
Dibujo del poeta, pintor y grabador inglés William Blake sobre la alegoría bíblica de la Escalera de Jacob, una estructura en espiral a través de la cual los ángeles ascendían y descendían del cielo: en las religiones abrahámicas, el tiempo es lineal, con un principio y un fin (y el objetivo de ascender a un cielo espiritual), a diferencia de la visión cíclica del eterno retorno, evocada en religiones tradicionales y filosofía oriental

Presocráticos (antes de que el monismo situara al ser humano en el centro de la discusión sobre el universo a partir de la interpretación de Sócrates que hicieran sus discípulos), religiones tradicionales y religiones orientales coinciden en no juzgar moralmente al ser humano, en mantenerlo en el mundo (y no estudiarlo como un espécimen estanco, comprensible sin lo que le circunda) y en celebrar tanto sus instintos como su ingenio.

Fusión entre individuo y lo circundante

Las parábolas de Nietzsche, por tanto, nos intentan reconciliar con nuestra naturaleza vitalista, devolvernos al medio al que pertenecemos, advertirnos de que, ensalzada como un tótem, la razón abstracta y dualista es un sustituto de una aspiración que hemos olvidado: la de poner a prueba nuestro potencial sin el corsé de siglos de moralidad derrotista y limitadora.

Las religiones dhármicas elaboraron una intuición humana ancestral, traducible como “kshana” en sánscrito (“momento” o “instante”) o “Ichinen”: “I” como sujeto; “chi” en tanto que energía; y “nen”, que denota voluntad de fusión entre los dos conceptos previos, creando un “momento” y, por tanto, sugiriendo “tiempo” sin denotar la dirección de su flecha o la duración. Así, en “Ichinen” cabe un instante de realidad, pero también toda la eternidad, siendo “presente”, “pasado” o “futuro” meras interpretaciones en función de las coordenadas en que nos situemos.

Conceptos como “Ichinen”, esenciales para doctrinas que parten de los primeros textos dhármicos (tan próximos a preceptos de religiones iranias como el zoroastrismo, así como a intuiciones de presocráticos que han sobrevivido), intentan relacionar de manera poética (quizá del único modo posible) la aventura humana con lo circundante, estableciendo una interdependencia entre nuestra percepción y acciones y la realidad observada.

Por eso el budismo ha definido (“ichinen”) a veces “Ichinen” como un instante de pensamiento o meditación (Shandao; 613-681 d.C.), pero también con un momento que trasciende el presente (Zhiyi; 538-597)

No-yo

La sociología y antropología (Claude Lévi-Strauss, Leon Festinger –artículo sobre las indagaciones de este último-, etc.) ha estudiado desde hace un siglo (con el nacimiento en Europa de la teoría estructuralista) los distintos elementos de la cultura humana (lenguajes, usos y costumbres, comparativas entre estudios arqueológicos y grupos supervivientes de cazadores y recolectores, etc.) para dilucidar, a partir de lo que sabemos o podemos observar, patrones de la evolución humana.

Ilustración de un chamán sami (pueblo nativo de costumbres nómadas que habita todavía el extremo septentrional de la península escandinava (Noruega, Suecia, Finlandia y, en menor medida, la región limítrofe rusa)
Ilustración de un chamán sami (pueblo nativo de costumbres nómadas que habita todavía el extremo septentrional de la península escandinava (Noruega, Suecia, Finlandia y, en menor medida, la región limítrofe rusa)

Este análisis del ser humano desde las ciencias sociales, cada vez más interdisciplinares (integrando etnografía, ciencia computacional, estudios cuantitativos y cualitativos, etc.) comparte su objetivo último -saber más sobre nosotros mismos- con indagaciones más arriesgadas e intuitivas, a menudo realizadas desde la contracultura.

Siguiendo la receta de Nietzsche, según el cual hay que recurrir a la parábola y al estudio del pasado o futuro remotos para avanzar en el conocimiento real sobre nosotros mismos, la contracultura -a menudo ligada a estudios académicos más similares a las labores de campo del Lévi-Strauss de Tristes Tropiques– se sirvió del chamanismo para “expandir” nuestra percepción de la realidad.

Puertas de la percepción

La experimentación con sustancias psicotrópicas, tanto artificiales (LSD) como naturales (hongos alucinógenos, el peyote de Las enseñanzas de don Juan, etc.), empezaron como investigación gubernamental, pero pronto suscitaron el interés de pensadores y artistas como Aldous Huxley, cuyas sesiones en el desierto de Mojave atrajeron a un público variopinto.

Aldous Huxley, el entorno de Hollywood interesado en aplicar LSD con fines terapéuticos (por ejemplo, en psiquiatría y en combinación con el psicoanálisis, tal y como experimentaría Cary Grant, atormentado por su infancia) y jóvenes de San Francisco interesados tanto en las aplicaciones académicas de los psicotrópicos como en su potencial recreacional, que pronto preocuparía a las autoridades estadounidenses.

Pintura alegórica china (dinastía Qing): Confucio muestra el recién nacido Buda Gautama a Lao-Tsé
Pintura alegórica china (dinastía Qing): Confucio muestra el recién nacido Buda Gautama a Lao-Tsé

“Turn on, tune in, drop out”. El a simple vista hedonístico y vacuo comentario de Timothy Leary acerca de los “viajes” mentales con LSD y sus efectos sobre la percepción humana, cerró tiempo más tarde las puertas a una investigación médica y académica más profunda.

La prohibición del LSD privó a filosofía, arte y medicina moderna de la inspiración y efectos terapéuticos de la psilocibina, el componente que esta sustancia de laboratorio comparte con psicotrópicos naturales (mescalina -peyote-, hongos alucinógenos).

Diarios de psilocibina

La psilocibina, cuyos efectos describía R. Gordon Wasson en un artículo para Life en 1957, inspiró rituales chamánicos en diversos pueblos tradicionales, y sus efectos sobre el cerebro abren su uso a terapias en casos de depresión aguda, trastorno por estrés postraumático, adicciones y dolencias terminales (lo explican: Lauren Slater en The New York Times; y David Biello en Scientific American, entre otros).

¿Qué aporta de interés la psilocibina a investigadores como Charles Grob, psiquiatra en la Universidad de UCLA? La sustancia reduce la ansiedad de cualquier persona al afrontar su propia muerte: los efectos de la sustancia varían en función de la personalidad y el momento del individuo, así como en función del contexto en el que se ingiere la sustancia (“set and setting”), pero ésta produce cambios en la percepción de la realidad y del tiempo, suscitando a menudo una interpretación trascendental de la experiencia.

Primera ilustración de las prácticas chamánicas en Siberia, realizada por el explorador holandés Nicolaes Witsen en 1692
Primera ilustración de las prácticas chamánicas en Siberia, realizada por el explorador holandés Nicolaes Witsen en 1692

Entre los testimonios sobre “viajes” alucinógenos, abundan historias próximas a creencias chamánicas, así como a conceptos religiosos y filosóficos como misticismo, holismo (relación entre todas las cosas), “ichinen”/“dasein” (estar-en-el-mundo y conformar un todo indivisible con él), etc.

Timothy Leary:

“La naturaleza de la experiencia depende casi completamente ‘set and setting’. El ‘set’ denota la preparación del individuo, incluyendo su tipo de personalidad y su humor en ese instante. El ‘setting’ es físico -el tiempo, la atmósfera de la habitación-; social -sentimientos recíprocos de los presentes-; y cultural -ideas preconcebidas de qué es real-. Es por esta razón que son necesarios los manuales o guías de instrucciones. Su propósito es permitir a una persona entender las nuevas realidades de la conciencia expandida, servir como mapas de nuevos territorios interiores que la ciencia moderna ha hecho accesibles.”

Orígenes de una intuición compartida

Comprobamos la relación entre lo experimentado por la conciencia en religiones tradicionales que se servían de sustancias como la psilocibina durante sus sesiones chamánicas (los primeros expertos en “set and setting”), y conceptos/enseñanzas sobre la fusión entre individuo y entorno en:

  • religiones dhármicas (fusión entre “sujeto” y “entorno” en un instante “en expansión”, como el “ichinen” del budismo);
  • sincretismo o combinación apócrifa entre el monoteísmo de las religiones abrahámicas (por ejemplo, el cristianismo persa o nestorianismo) y budismo, a raíz de los intercambios culturales vertebrados por la Ruta de la Seda, como atestiguan los escritos en chino antiguo sobre cristianismo;
  • filosofía: desde el panteísmo presocrático y la aspiración de comportarse “según la naturaleza” de cada uno, a la ausencia de “Yo” de David Hume, el vitalismo y no teísmo de Nietzsche, la intencionalidad de los fenomenólogos y su precursor, Franz Brentano;
  • etc.

Las enseñanzas e intuiciones de religiones tradicionales, religiones dhármicas y sincréticas, filosofía presocrática y filosofía oriental, subrayan la interdependencia entre la aventura humana y su entorno, difuminando la barrera entre el individuo y lo que le rodea, así como interpretando lo acontecido como algo cíclico (concepto de eterno retorno y sus variedades en distintas tradiciones y momentos históricos, tanto en Oriente como en Occidente).

Definiendo la “información” en el universo

¿Hay un equivalente en la ciencia al mismo nexo observado en rituales chamánicos, religiones y filosofía?

La física moderna, a medida que trata de avanzar en las incongruencias entre lo grande (teoría general de la relatividad) y lo minúsculo (física cuántica), se adentra en un terreno tan especulativo que la acerca a la “intuición” a base de parábolas de una experiencia mística o del Zaratustra de Nietzsche.

Un chamán Yup'ik ahuyenta los "malos espíritus" de un niño enfermo (comunidad nativa Yupik, Alaska, década de 1890)
Un chamán Yup’ik ahuyenta los “malos espíritus” de un niño enfermo (comunidad nativa Yupik, Alaska, década de 1890)

Un ejemplo excepcional, por su proximidad a la interpretación panteísta e interdependiente de la realidad expuesta en el artículo, es un concepto de la física teórica poco -por no decir nada- explorado: el de “información relativa”, explicado en Edge por Carlo Rovelli, físico teórico de la Universidad de Aix-Marseille.

Al ser inquirido por esta publicación acerca de cuál es el término o concepto científico que el gran público debería conocer en 2017, Rovelli trató de explicar qué entiende la física experimental por “información relativa”.

Son de la reciprocidad

Rovelli empieza refiriéndose al concepto de “información”: cualquier cosa con significado (interpretable por un observador). El investigador pregunta luego si hay algo físico, independiente de la mente del observador, que es “información”.

La respuesta es afirmativa: “información relativa”. ¿En qué consiste?

Carlo Rovelli:

“En la naturaleza, las variables no son independientes; por ejemplo, en cualquier imán, los dos extremos tienen polaridades opuestas. Conocer una implica conocer la otra. Así que podemos decir que cada extremo ‘tiene información’ sobre el otro. No hay nada mental en esto; es simplemente una manera de decir que existe una relación necesaria entre las polaridades de ambos extremos.

“Decimos que hay ‘información relativa’ entre dos sistemas en cualquier momento en que el estado de uno se ve afectado por el estado del otro. En este sentido preciso, se puede decir que los sistemas físicos acarrean información recíproca, sin necesidad de que ninguna mente juegue su papel.”

Este tipo de información, como intuyeron chamanes, presocráticos y precursores de la filosofía y religiones orientales, es ubicua en la naturaleza: el color de la luz incluye información sobre el objeto desde el que ha partido la luz reflejada; un virus contiene información de la célula que puede atacar; y las neuronas tienen información recíproca.

Una red inabarcable de “información relativa”

El mundo, dice Rovelli, es un bordado de eventos cruzados, gracias a la información relativa. Sólo cuando esta información es explotada para la supervivencia (elaborada y reelaborada por nuestro cerebro), y quizá transmitida a lenguaje para su difusión, ésta

“…se hace mental, y adquiere el peso semántico que habitualmente atribuimos a la noción de información.”

Pero el ingrediente básico del universo es la correlación física entre distintas variables del mundo físico, esa interrelación de nosotros con lo que nos rodea que la lucidez (producida o no por alucinógenos) nos invita a intuir con una meditación más o menos lúcida:

“El mundo físico no es un conjunto de entidades celosas haciendo sus cosas con egoísmo. Es una red de información relativa firmemente tejida, donde el estado de cualquiera refleja el estado de algún otro. Entendemos los sistemas físicos, químicos, biológicos, sociales, políticos, astrofísicos y cosmológicos en función de esa red de relaciones, no en función de su comportamiento independiente. La información relativa física es un concepto básico poderoso para describir el mundo. Antes que ‘energía’, ‘materia’, o incluso ‘entidad’.”

Primero, la relación las cosas. Luego, la entidad. No somos entidades estanco. El universo no lo es. Las ideas tampoco.

“Este es el motivo por el cual decir que el mundo físico es simplemente una colección de partículas elementales no captura toda la historia. Las asociaciones entre ellas crean la rica red de información recíproca.”

Sistemas

Una realidad universal, la descrita por la física teórica, más holista (o estructuralista) que dualista (o platónica/cartesiana/idealista).

Me vienen a la memoria las atractivas -y especulativas- teorías del ensayista británico David Deutsch, experto en física cuántica, sobre el multiverso (o concatenación de universos paralelos, donde se producen otras posibilidades de los acontecimientos que observamos en nuestro “universo”).

Carlo Rovelli:

“Hace veinticuatro siglos, Demócrito sugirió que todas las cosas podían hacerse de átomos. Pero también sugirió que los átomos son ‘como las letras del alfabeto’: hay sólo veinte letras o así, pero, como él dice, ‘para ellas es posible combinarse de distintas maneras, para así producir comedias o tragedias, ridículas historias o poemas épicos.”

Zaratustra

El repaso de filosofías y religiones, el artículo de Carlo Rovelli y la mención de David Deutsch abren el apetito para escuchar algo de Richard Strauss. Sirve Einleitung, oder Sonnenaufgang, la apertura de Así habló Zaratustra.

O quizá nos podemos conformar con el inicio de una lluvia tranquila, poniendo nosotros de nuestra parte para imaginar una sinfonía en clave “información relativa”. Primero, una gota. Luego, una segunda gota. Y una tercera. Sucesión. Lo que implica compás. Quizá podemos acompañar con una melodía.

Unas aves alzan el vuelo algo más allá, dibujando modelos matemáticos en el cielo a medida que la mancha borrosa de la bandada pintarrajea las copas de los árboles.