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La actitud importa: por qué el estoicismo rejuvenece

Las dificultades cotidianas y la incertidumbre pueden ser nuestro aliado, más que una losa infranqueable. Un nuevo estudio científico concluye que nuestra actitud puede derrotar el estrés y el pesar, causa del envejecimiento prematuro y otras enfermedades crónicas.

En *faircompanies, hemos expuesto que la crisis económica y energética de la que los países más avanzados salen a trompicones, puede hacer nuestra vida más sencilla y plena, si convertimos la incertidumbre en oportunidad.

Por ejemplo, son las experiencias, y no la adquisición de productos, las que aumentan el bienestar. La frustración y la negatividad diarias, por el contrario, nos hacen enfermar y envejecer. Literalmente.

Cuando el estoicismo clásico y la investigación médica coinciden

Los valedores del estoicismo, en la Grecia y después Roma clásicas, no tuvieron a su alcance los actuales sistemas de medición y evaluación científica, pero llegaron en el siclo III aC a una conclusión similar a los resultados del último estudio médico del equipo de Edward Nelson, de la Universidad de California en Irvine, que demostraría que es posible frenar y reparar el envejecimiento cromosómico, si se consigue gestionar adecuadamente el estrés.

El estudio, citado por The Economist, relaciona científicamente nuestra actitud doliente prolongada (cansancio, negatividad, estrés), con el envejecimiento celular, pero también demuestra que la tendencia, que nos hace envejecer, puede revertirse. ¿Cómo? Cambiando de actitud y siguiendo, en definitiva, la receta de la escuela de los estoicos.

Los telómeros serían los responsables. Son los extremos de los cromosomas, algo así como los acabados plastificados de los cordones de un zapato, que impiden su descomposición. Pero los cromosomas tienen que replicarse cuando las células que los contienen se dividen y, tras repetirse el proceso entre 50 y 70 ocasiones, los telómenos son tan cortos que un cromosoma no puede dividirse de nuevo. La célula deja, entonces, de dividirse, al haber alcanzado el llamado límite de Hayflick.

El estrés crónico y el envejecimiento

La ciencia está muy interesada en los detalles en torno al límite de Hayflick porque el fenómeno, en principio un inconveniente de nuestras células, también pone coto a las células cancerígenas, que sólo pueden reproducirse unas decenas de veces hasta que sus telómeros, acortados, impiden que la anomalía se extienda todavía más rápido.

Pero, como a menudo ocurre con cualquier fenómeno relacionado con la reproducción y envejecimiento de las células, el límite de Hayflick no sólo supone un freno al cáncer, sino que alcanzarlo también es una de las señales del envejecimiento. Si se alcanza el límite demasiado rápido, sobre todo en los tejidos que dependen de la división constante para su funcionamiento óptimo, como el propio sistema inmunitario.

The Economist recuerda que ha existido evidencia científica de que el estrés crónico causa un acortamiento prematuro de los telómenos, lo que aceleraría el envejecimiento. Sin embargo, hasta ahora no se sabía si el envejecimiento prematuro, relacionado con tejidos que alcanzan más pronto de lo deseable el límite de Hayflick, era o no irreversible.

El estoicismo ralentiza el envejecimiento

El estudio de Edward Nelson confirmaría que una actitud cotidiana positiva que sustituya a la negatividad y el estrés crónico repara los telómeros de los cromosomas, alargándolos de nuevo. El fenómeno, relacionado con algo tan intangible como nuestro “optimismo”, “actitud”, o “estoicismo”, ralentizaría nuestro envejecimiento.

Obviamente, los estoicos desconocían no ya los telómeros, o extremos de los cromosomas que son dañados a medida que las células se reproducen, sino nuestra propia estructura celular, sistema nervioso, etcétera, pese a que varios pensadores clásicos intuyeron la estructura básica de los seres vivos.

Lucha contra la actitud negativa cotidiana

El estoicismo, escuela de filosofía helenística fundada en Atenas hace más de 2.200 años, situó en el centro de su pensamiento a la lucha contra los pensamientos negativos y muchos de los síntomas que, en el mundo contemporáneo, asociamos con el estrés crónico.

Los estoicos consideraban que los pensamientos negativos y sus consecuencias eran el efecto de errores de juicio y una actitud equivocada. Las personas que buscaran actitudes positivas con tesón y regularidad (las que aspiraran, decían ellos, a la “perfección moral e intelectual”), evitarían los pensamientos negativos que acongojaban a diario a muchas personas.

La visión estoica está entroncada desde la propia Época Clásica, aunque sobre todo en la sociedad actual, con la promoción de una cultura del consumo y el ocio hedonistaepicúrea, promovida incluso de manera sutil a través de una “propaganda de las emociones”, explica el documental The Century of the Self, de Adam Curtis, sobre el que hablábamos en Tendencias del diseño contra la obsolescencia programada.

La investigación del equipo de Eward Nelson, presentada en un encuentro de la Asociación Americana para la Investigación contra el Cáncer en Orlando, Florida, nos recuerda que nuestra estructura somática esencial está estrechamente relacionada con nuestra actitud o Yo espiritual. 

Convivir con una negatividad inherente a nuestras acciones acorta, dicen nuestros estudios, los telómeros de nuestras células, algo demostrable y relacionado con el envejecimiento. Ser negativo nos hace miserables, promueve nuestro envejecimiento prematuro.

Frontera entre determinismo y libertad humana

Según los estoicos, el pensamiento destructivo puede ser aplacado con poco más que la actitud y el tesón. Los promotores de esta corriente filosófica estaban interesados en dilucidar la relación entre determinismo y libertad humana. Creían que la virtud y la felicidad consistía en mantener una voluntad que concuerda con las leyes de la naturaleza; de ahí que su actitud panteísta les convirtiera, para muchos, en los primeros ecologistas conscientes de serlo. La esencia de su filosofía no residía tanto en la teoría como en un estilo de vida y se conocía a los estoicos por su comportamiento, no a través de la prédica.

Tras los primeros estoicos –Zenón de Citio y sus discípulos, como Cleantes de Asos-, el cordobés Séneca y el griego Epicteto dedicaron su obra, ambas del inicio de nuestra era, a destacar que la virtud, la sensatez y la perseverancia son suficientes para alcanzar la felicidad. La sensatez es el mejor antídoto contra la desgracia y el negativismo.

Por qué el estoicismo cayó en desuso

El estoicismo mantuvo su prestigio entre las clases educadas de Grecia y Roma hasta que el emperador Justiniano I decretara el cierre de todas las escuelas filosóficas de lo que quedaba del Imperio Romano en el año 529. Desde Constantino, que gobernó entre 306 y 337, los emperadores romanos practicaron el cristianismo, cuya doctrina llevó, a partir del siglo IV, a que se combatiera lo considerado pagano.

Una prueba irrefutable de ello es el destino del obispo Prisciliano de Ávila, que había nacido en la Gallaecia romana (actual Galicia) en 340, de origen patricio, cuya interpretación del cristianismo, al que aproximó al estoicismo, le valió el convertirse en el primer hereje ajusticiado por la Iglesia Católica. Antes de ser decapitado en Tréveris en 385, Prisciliano había practicado la pobreza voluntaria e inspirado una escuela ascética, libertaria, que consideraba a la naturaleza como parte inseparable de la liturgia. 

Desde su muerte, la Iglesia se apresuró en intentar borrar su influencia, que pervivió durante siglos en el sur de Francia y la Iberia noroccidental. Prisciliano habría suscrito una de las bases del estoicismo, que recuerda que “la virtud consiste en todo aquello que esté en consonancia con la naturaleza”.

Panteísmo

Sin embargo, los primeros cristianos habían respetado la obra filosófica de un emperador pagano e influyente estoico, el también cordobés (nacido en Ucubi, actual localidad de Espejo) Marco Aurelio, que gobernó entre 161 y 180. Pronto, el cristianismo aborreció su carácter panteísta.

Para el estoicismo, Dios no es una entidad personalizada, creadora de todas las cosas, sino que equivale a la totalidad del universo. Pero lo que realmente sentenció a la fina filosofía de la búsqueda de la felicidad a partir de la sensatez y la virtud fue su idea de que todo ser es materia y la vida no se prolonga más allá de la muerte, lo que entraba en contradicción con el cristianismo.

La fuerza de la actitud

Esta corriente filosófica enseña que el desarrollo del autocontrol y la fortaleza moral son capaces de combatir las emociones destructivas, la negatividad y sus consecuencias más severas, como el propio estrés crónico. 

El estrés y la ansiedad aceleran, como demuestra la investigación médica contemporánea, nuestro envejecimiento, al afectar a la división de los cromosomas por el acortamiento de los telómeros, o extremos de los cromosomas, cuya función es garantizar que éstos no se descomponen.

Zenón, Séneca, Epicteto o Marco Aurelio creían que convertirse en un pensador lúcido y sin prejuicios permite al individuo entender la razón universal, o “logos”. Para ello, es necesario mejorar el bienestar moral y ético del individuo, evitando la ira, la envidia y otras actitudes destructivas.

La filosofía no es para los estoicos un mero conjunto de creencias o consideraciones éticas que deben ser predicadas, sino un modo de vida que requeriría su práctica constante. Entre las prácticas filosóficas y espirituales, se incluía la lógica, el diálogo socrático, la contemplación de la muerte, entrenarse para concentrar la atención en el momento presente, el recuento diario de los problemas cotidianos y sus posibles soluciones, y otros ejercicios similares.

Práctica diaria de actitudes positivas

En Meditaciones, obra cumbre de Marco Aurelio, escrita en tono autobiográfico mientras dirigía la campaña bélica de Roma contra las tribus bárbaras en la frontera de Germania (Ridley Scott reproduce muy acertadamente el contexto al inicio de su película Gladiator), el emperador estoico describe brevemente varios de estos ejercicios, a través de cuya práctica se obtendría el bienestar, la felicidad según los estoicos.

“Di a ti mismo a primera hora de la mañana: hoy debo encontrarme con gente desagradecida, violenta, traicionera, envidiosa, falta de caridad. Todas estas cosas se han apoderado de ellos por ignorancia del verdadero bien y mal… No puedo ni ser perjudicado por ninguno de ellos, ya que ningún hombre me involucrará en el mal, ni puedo enfadarme con mi pariente u odiarlo, porque hemos venido al mundo para trabajar juntos”.

Recuperación y legado contemporáneo del estoicismo

El estoicismo, con raíces profundas en el pensamiento occidental, influyó en la doctrina cristiana protestante (Erasmo de Róterdam y Juan Calvino reconocieron influencias de Séneca y Marco Aurelio) y en varias de las principales figuras de la Ilustración, empezando por uno de sus precursores, el filósofo holandés de origen sefardí Baruch Spinoza, o el filósofo y humanista valenciano Joan Lluís Vives

Más tarde, el escritor estadounidense, trascendentalista y precursor del ecologismo moderno Henry David Thoreau, así como las personalidades a las que influyó (entre ellas, León Tolstói y Mohandas Gandhi), adoptaron esta corriente filosófica clásica y los escritos de Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.

El estoicismo recuerda a la sociedad con valores hedonistas y epicúreos (placer constante, estímulos, cultura del deseo en contraposición a cultura de la necesidad), que no tenemos que reinventar la rueda para encontrarnos mejor.

Basta con encontrar mecanismos para que la actitud negativa no domine nuestra vida cotidiana. Un contratiempo que nos haría más infelices y provocaría, entre otras consecuencias, nuestro envejecimiento prematuro. Quizá también el espiritual.