Como cada verano, Kirsten Dirksen y yo mismo, el equipo de *faircompanies, visitamos Estados Unidos para combinar trabajo y vacaciones. Hemos planeado varias grabaciones y entrevistas sobre los temas más demandados en el sitio y a través del canal de YouTube de Kirsten.
Entre otros temas, planeamos grabar y escribir sobre transporte y vehículos alternativos, vida sencilla, micro-casas, gastronomía, jardinería comestible, proyectos que puede hacer uno mismo y modelos de negocio sostenibles.
Para el día de mi llegada, el sábado 10 de julio, Kirsten cumplía prácticamente un mes en Norteamérica, con visitas a familiares, amigos y entrevistados en la Costa Este (Nueva York, Nueva Jersey y Nuevo Hampshire); y el Pacífico Noroeste, sobre todo el norte de California (Kirsten nació en la Bahía de San Francisco y sus padres viven dos horas al norte de la ciudad) y el centro de Oregón (concretamente Sunriver, junto a Bend, donde hemos planeado unas cortas vacaciones familiares).
Visita a un pionero de la arquitectura sostenible
Aprovechando mi aterrizaje en San Francisco, Kirsten y yo aceptamos la invitación de Lloyd Kahn (1935) a visitar su casa en un verde y frondoso pueblo costero, que da la bienvenida con mensajes que devuelven al visitante a la época de la contracultura californiana.
De nuestra visita, quedarán el testimonio fotográfico (ver fotogalería completa de la visita de *faircompanies a Shelter Publications), al que seguirá uno videográfico (Kirsten prepara más de un vídeo sobre la velada).
Visitamos su casa de Bolinas, una pequeña localidad cuyas residencias rodean una laguna conectada a una pequeña y tranquila rada, que aparece tras los 15 kilómetros de dramáticos acantilados de la zona natural protegida del Golden Gate, justo al norte de la boca de la bahía de San Francisco.
El genuino afán de crear
Lloyd Kahn, fundador de la editorial independiente Shelter Publications, escritor y bloguero, se define a sí mismo en su perfil de Twitter como “editor, fotógrafo, constructor, corredor, skateboarder y explorador”.
La auto-descripción ofrece pistas sobre el vasto rango de sus intereses. Quizá se quede corta; Kahn tiene la genuina curiosidad de quienes han cultivado a lo largo de su vida una faceta intelectual y otra artesanal, a la manera de los creadores clásicos, renacentistas y de la Ilustración.
Ello lo acerca a los aventureros y exploradores estadounidenses del XIX, a menudo también políticos o escritores; o todo a la vez. Kahn tiene algo de Walt Whitman, John Muir, Henry David Thoreau y, también, de hippy al estilo de los seguidores de Whole Earth Catalog, revista de culto publicada entre 1968 y 1972, descrita por Steve Jobs como “el Google de los años 60”.
Kahn fue el colaborador de Whole Earth Catalog especializado en “abrigos” contra la intemperie (del inglés “shelter”), viviendas humanas en el más amplio sentido, desde las sencillas tiendas móviles de pueblos nómadas de Norteamérica a su especialidad: casas circulares o “domes”, que pretendieron unir la complejidad conceptual matemática con la arquitectura y la antropología.
Durante el viaje para realizar la entrevista, tras pasar el Golden Gate y acentrarnos en la sinuosa carretera estatal 1 inmortalizada en la película Instinto Básico, me pregunto si hay relación entre el paisaje de la zona y el espíritu aventurero y ecologista de viejos hippies como Lloyd y Leslie Kahn.
Conexión hombre-paisaje
Lo primero que sorprende al visitar Bolinas es su paisaje urbano, con un verde exuberante que se alimenta de la húmeda niebla y la fina lluvia oceánica que ha contribuido a que, siguiendo la costa hasta más allá de la frontera con Oregón, se hayan preservado varios bosques de sequoias rojas o “redwoods”, coníferas gigantes que desaparecieron hace milenios del resto de zonas templadas costeras del Hemisferio Norte.
Pese a su incontestable bagaje intelectual, Lloyd Kahn, un menudo y enérgico individuo con melena blanca y bigote, tez pálida y atuendo casual, habla con la franqueza y falta de pretensiones de quien no tiene nada que demostrar a nadie. Pregunta y se interesa por sus interlocutores con una curiosidad genuina y honesta, nada impertinente, que parece habitual sólo en el carácter campechano y modesto del Pacífico Noroeste.
Difícilmente se sabrá nunca cómo los acantilados y árboles de gran tamaño del norte de California han podido influir sobre los descendientes de los colonos europeos que mayoritariamente pueblan la región. Los pueblos de nativos americanos de la zona, así como a los primeros visitantes europeos que se aventuraron en el área, alabaron la belleza de la zona: primero exploradores españoles venidos del virreinato de Nueva España, seguidos de monjes franciscanos que establecieron una red de misiones en las dos californias, la Baja (llamada en la América colonial del XVIII “Vieja”) y la Alta (también “Nueva” California); así como exploradores y comerciantes rusos e ingleses.
“What the dormouse said”
El paisaje natural metropolitano de la Bahía de San Francisco quizá también influyera a quienes, durante el período de la llamada contracultura de los 60 y 70, que en el norte de California no sólo fue movimiento opositor al belicismo (con Vietnam como símbolo); los prejudicios raciales, de género u opción sexual.
En torno a los hippies de la Bahía de San Francisco, florecieron la experimentación con las drogas y su influencia sobre la ciencia y la expresión artística, el periodismo tomó la forma de reportaje novelado en primera persona y las fronteras entre medios alternativos, vanguardias artísticas, música, cine y tecnología se disiparon.
En ningún otro lugar del mundo habría sido posible que el complejo bélico, sobre todo aeronáutico y de espionaje, surgido en la Bay Area tras la II Guerra Mundial, fuera el germen de la revolución tecnológica iniciada con la informática personal, seguida de Internet y, ahora, la Internet ubicua y móvil.
John Markoff, periodista tecnológico del New York Times, explica la conexión entre el descontento político de los 60; la psicodelia de Ken Kesey, los Merry Pranksters y tantos otros; y la informática moderna en el ensayo What the dormouse said: How the Sixties Counterculture Shaped the Personal Computer Industry.
Conversación sobre España, economía, historia, antropología, arquitectura
Durante nuestra entrevista, deshilachada, informal y tremendamente interesante, Kahn me confiesa que viajó en motocicleta por España en 1956. Un año después de que el país fuera aceptado en la ONU pese a las protestas, y dos años antes de que los tecnócratas de Franco impulsaran el llamado desarrollismo de 1958, cuando aquella España autárquica y atrasada fue aceptada en el FMI.
Obviamente, Kahn y su mujer, Leslie, que se unió a la improvisada velada media hora antes de nuestra partida, conocen la realidad española actual, muy distinta a la que él explorara en los años 50.
Acabamos hablando, irremediablemente, de la crisis de la deuda soberana que azota los países periféricos europeos. Hablamos sobre la presión sobre la deuda española e italiana, y sobre la base esencial del problema, que también afecta a Estados Unidos y el Reino Unido: demasiado dinero prestado que debe ser devuelto si no se quiere perder credibilidad, aunque ello significa un aumento de impuestos y un recorte social. Se haga lo que se haga, habrá polémica.
Su manera de hablar, sus ideas sobre el mundo, desde política a arquitectura tradicional, antropología, cine o publicaciones independientes de la era hippie, es rabiosamente actual. Por un instante, olvido que ante mí tengo una persona de 76 años y nos limitamos a charlar con un personaje curioso por lo que le rodea, una mente que no ha perdido su lucidez irreverente.
Los dominios de los Kahn
Kahn trabaja desde su casa de Bolinas. En el terreno ha construido a lo largo de los años un pequeño edificio que sirve de sede a su editorial, Shelter Publications; Una casa de madera que conjuga el estilo del Pacífico Noroeste con formas experimentales (incluida una torre hexagonal); una pequeña granja de gallinas con un edificio anejo que cuenta con un tejado verde; un huerto orgánico; un invernadero con pared de adobe hecho por él y ventanales de una vieja casa; así como un pequeño taller de costura -territorio creativo de Leslie-, y un taller de herramientas.
Mientras habla del Whole Earth Catalog, Kahn recuerda el lema de la publicación, que aparecía bajo el título: “access to tools”, o acceso a herramientas, una llamada a las mentes creativas a realizar sus propias invenciones, reducir su huella ecológica y alcanzar una mayor plenitud con un ecléctico compendio de conocimiento, que incluía desde la última tecnología hasta consejos agrarios que partían de viejos almanaques.
Le pregunto si el Whole Earth Catalog no era más que una versión moderna y previa a Internet de los almanaques tradicionales, tales como Poor Richard’s Almanack, publicado en el siglo XVIII por el mismísimo Benjamin Franklin. Kahn no está seguro de ello, pero concluye que la idea que Stewart Brand, él mismo y muchas personas de la llamada contracultura era recuperar el apetito humano por la creación manual y unirla a la creación intelectual. Una especie de recuperación del Renacimiento.
Recordando a los hippies lúcidos
Muchas de las ideas de la época siguen siendo válidas, concluye Kahn. “Los hippies tenían razón”, llega a decir. Sin embargo, ni Lloyd ni su mujer son ingenuos y bobalicones panfleteros sin espíritu crítico ni fondo intelectual sólido. Es más, el propio Kahn subraya muchas de las cosas que, según él, “fueron mal”. Un poco de caos, un poco de degeneración de toda la energía de la época en personas con problemas mentales y de adicción. Y mucha asimilación por parte de la cultura predominante (“mainstream”) de las ideas más válidas de la época.
El ecologismo, la agricultura orgánica o el respeto por los derechos individuales son parte de la herencia de la contracultura, de rabiosa actualidad.
Ensayo y error
Kahn, que publica libros con todo el sabor alternativo y aciertos del Whole Earth Catalog, tales como Shelter, una deliciosa compilación de viviendas de todo tipo y culturas, no tiene reparos en decir “me equivoqué”, al hablar de sus edificios semicirculares, que despertaron tanto interés en la época que su trabajo apareció en un especial de la revista Life en los años 60.
Kahn cree que estos edificios, llamados cúpulas geodésicas (“geodesic domes”), a caballo entre la arquitectura y las matemáticas, no eran prácticos ni aportaban ventajas a sus moradores. Y no se lamenta al reconocerlo, ni siquiera cuando recuerda que sus dos primeros libros, Domebook One (1970) y Domebook 2 (1971), acumulaban su extenso conocimiento sobre cúpulas geodésicas.
76 años bien llevados
Mientras dirige su pequeña editorial, publica en su blog y practica sus numerosas aficiones, Lloyd Kahn prepara varios libros, entre ellos uno dedicado a microcasas, una temática que gana adeptos en todo el mundo, junto a los preceptos de la vida sencilla.
Partimos de casa de los Kahn a última hora de la tarde, con la sensación de haber aprendido y la intención de dedicar al conocimiento acumulado en libros como Shelter, del que tenemos una copia, el espacio que se merecen.