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"Menos, pero mejor": la salsa de los diseños imperecederos

Los grandes productos surgen del tándem entre un industrial visionario y un buen diseñador. Eso es, al menos, lo que cree Dieter Rams, el diseñador de electrodomésticos Braun y muebles Vitsoe en los 50 y 60 que inspiró el estilo sencillo y fácil de operar de Apple.

Steve Jobs y Stephen Wozniak -en la primera fase de Apple-, así como Steve Jobs y Jonathan Ive tras el retorno de Jobs a la compañía que había fundado, se han ganado el respeto del propio Rams, preocupado desde los años 80 por los derroteros del diseño industrial.

El motivo: según el diseñador alemán, su disciplina profesional se ha devaluado, rehén de los materiales baratos, las economías de escala mal entendidas y la estética rimbombante.

¿El fin de los tandems industriales legendarios?

No son tiempos, cree Rams, para que proliferen visionarios que respeten el trabajo de diseñadores meticulosos, como había ocurrido a principios del siglo XX con el trabajo de Peter Behrens en AEG, o el de Adriano Olivetti en la empresa que había fundado su padre.

El mismo Dieter Rams formó un tándem con los hermanos Artur y Erwin Braun que sentarían las bases de un estilo desnudo, elegante, fácil de interpretar, sobrio y honesto que, por su aureola estoica y zen, fue catalogado como minimalista, inspirando a generaciones de diseñadores procedentes incluso de la cuna de la filosofía estética áspera e impermanente, el Japón zen del concepto wabi-sabi.

Reflexiones sobre el diseño industrial

Preocupado por la decadencia del diseño y el reinado de los productos baratos, las imitaciones de mala calidad y las interfaces imposibles de interpretar en electrodomésticos, mobiliario o arquitectura, Rams definió en los 80 las principales características de un buen diseño:

  • Un buen diseño es innovador.
  • Un buen diseño hace un producto útil.
  • Un buen diseño es estético.
  • El buen diseño hace un producto comprensible.
  • Un buen diseño es discreto.
  • Un buen diseño es honesto.
  • Un buen diseño es de larga duración.
  • Un buen diseño es minucioso hasta el último detalle.
  • Un buen diseño respeta el medio ambiente.
  • Un buen diseño es tan poco diseño como sea posible.

Este decálogo se ha convertido quizá en la mayor aportación de Rams al mundo del diseño industrial, en un momento en que una nueva generación de emprendedores quiere devolver a los olvidados centros de producción industrial de Estados Unidos y Europa el brillo de otros tiempos.

Sobre la Tercera Revolución Industrial

Explica The Economist que las factorías del futuro no serán como las de la Revolución Industrial y se parecerán, en cambio, a pequeños talleres interdisciplinares amalgamados en el centro de las ciudades más dinámicas y vibrantes. Algo así como una versión postmoderna de los gremios medievales.

Los nuevos industriales tendrán mucho de inventores, artesanos y hacker, estarán conectados a documentación, artesanos y especialistas del resto del mundo gracias a Internet, y superarán las limitaciones que en el pasado imponían los costes elevados de producir pocas unidades.

Las economías de escala no tendrán sentido, argumenta The Economist, con tecnologías como la impresión 3D y las tecnologías aditivas (producción CNC, etcétera).

Los valiosos intangibles de las nuevas empresas

Los fabricantes de bicicletas con altas prestaciones y cuadro de madera Renovo (Oregón, Estados Unidos; ver vídeo, artículo y fotogalería) y Axalko (Gipuzkoa, Euskadi, España), son un ejemplo de la nueva realidad, todavía incipiente.

Esta es, al menos, la hipótesis optimista acerca de la Tercera Revolución Industrial, a la que The Economist ha dedicado recientemente un especial.

La nueva realidad de las manufacturas con mayor valor añadido y, por tanto, más difíciles de deslocalizar, será urbana, artesanal y “hacker“.

Sobre la discreta salsa de los productos memorables

Pero, para desarrollar productos durables, sencillos de utilizar, memorables, con una elegancia sosegada, aire local y el menor impacto ecológico posible, entre otras características del “buen diseño” tal y como lo define Dieter Rams, se requiere también una tolerancia al riesgo, así como las dosis de visión intuitiva y metodología de los grandes tándem emprendedor-diseñador de la historia.

Seguir la estela de los hermanos Braun y Dieter Rams (Braun), Steve Jobs y Jonathan Ive (Apple), o a una escala menor y menos tangible, Jason Fried y David Heinemeier Hansson (37Signals), implica embeberse de la mejor información y herramientas posibles.

Como el concepto “emprendedor”, la palabra “diseñador industrial” (o, en su defecto, diseñador gráfico, o tipógrafo, etc.) es tan difusa como la situación actual de muchos sectores productivos, ya afectados por la nueva realidad industrial y comercial del mundo antes de la crisis financiera de 2008: países como China producen y, cada vez más, innovan.

El tejido de los nuevos artesanos industriales

Los tan mencionados productos con alto valor añadido no serán producidos en los países desarrollados sólo por empresas medianas y grandes, sino también por microempresas asociadas con otros artesanos-hacker-emprendedores, tanto de su ámbito más próximo como de cualquier otro lugar del mundo, usando servicios y aplicaciones electrónicas ya desarrolladas o por desarrollar.

Se espera, por ejemplo, un sistema de control de versiones para los productos físicos y no sólo para el software, algo así como un GitHub para las cosas, sugiere Chris Anderson en Wired.

Se despejan algunas incógnitas técnicas acerca de los productos que diseñarán y fabricarán los industriales-artesanos del futuro, muchos de los cuales se habrán creado su propio trabajo, ante las nefastas perspectivas en el mercado laboral de los países ricos.

Proteger los frutos de la intuición

Pero, ¿qué ocurre con la visión, la intuición, los intangibles más importantes, relacionados con la propiedad intelectual, el diseño, las patentes, etcétera? Las cosas no están tan claras.

Nadie sabe cómo facilitar las cosas rápidamente para que, una vez abonado un entorno de innovación, salgan Steve Jobs, Dieter Rams y Jonathan Ive de debajo de las piedras.

Sabemos que los entornos más competitivos y con más talento se retroalimentan, e incluso que los genios de distintas disciplinas aparecen en lugares concretos y en apenas unas décadas, como concentrados en apenas una chispa de la eternidad, compitiendo por su lugar entre sus coetáneos y la posteridad. Las meta-ideas, así como la genialidad, nunca aparecen en un lugar yermo, sino en terreno abonado.

Se intuye que los intangibles de las pequeñas empresas con, según la teoría de The Economist que sitúa una nueva Revolución Industrial en el centro de las ciudades de los países ricos, son cruciales para el éxito de ideas que tendrán mucho de artesanales, aunque se realicen con la última tecnología.

Estudios sobre propiedad intelectual en las nuevas microempresas

Hace unos días, yo mismo recibía un correo de una investigadora de la Universidad Técnica de Munich, en Alemania.

Su departamento, liderado por la profesora Isabell M. Welpe, directora de estrategia y organización de esta institución educativa, realiza un estudio sobre cómo las pequeñas empresas protegen sus intangibles.

He contribuido al estudio contestando al bien elaborado cuestionario que me remitió Lisa Boesch, y espero conocer pronto a qué conclusiones llegan este y otros departamentos de investigación que tratan de averiguar hacia dónde nos encaminamos.

Mentalidad de diseñador industrial

En un estudio menos empírico pero igualmente valioso, la publicación de diseño Core77 albergó una discusión sobre cuál es la definición actual de diseñador industrial, en un momento en que las fronteras entre oficios y especialidades se transforman con rapidez.

Matthew Proulx elaboró un listado con las características definitorias un diseñador industrial, o a alguien que debería explorar su potencial diseñando productos.

Puedes ser un diseñador industrial si:

  • Compras algo sólo para desmontarlo.
  • Te pasas horas sin rumbo preguntando en tiendas de hardware sobre productos específicos.
  • Lo primero que haces cuando coges algo que te gusta es sugerir un modo de hacerlo mejor.
  • Dibujas de manera compulsiva cosas que imaginas hasta el punto de que otros piensan que es un problema.
  • Sabes cómo arreglar cosas, modificarlas o acomodarlas a ti.
  • Conoces al menos 3 de las siguientes personas o empresas: Jonathan Ive, James Dyson, Muji, Raymond Loewy, DWR, Herman Miller, Eames.
  • Conservas cosas viejas que no funcionan porque te gustan.

La entrada de Core77 incluye otras características, aunque en una clave más cómica.

La oportunidad de los diseñadores vocacionales

Los diseñadores industriales, sean reconocidos, vocacionales o ni siquiera se lo hayan planteado de un modo serio, tienen ahora oportunidad de crear su propio puesto de trabajo, a falta de ofertas de calidad.

En países donde la tolerancia al fracaso es elevada, cualquier tentativa emprendedora sólo añade experiencia y posibilidades de éxito futuro, sobre todo si la iniciativa no implica grandes riesgos económicos, en un momento en que el acceso al crédito es, en los mejores casos, complicado.

En ocasiones, la vocación de emprendedor-diseñador aparece por necesidad: tirando de intuición, o de una personalidad que se encuentre en la -tan venerada por emprendedores como Steve Jobs- frontera polímata entre las humanidades y las ciencias.

La historia de Fred Carl: el hombre que quería una cocina para su casa

Es el caso de Fred Carl Jr., un constructor de mediana edad de la pequeña ciudad de Greenwood, en el sureño Misisipí, uno de los estados norteamericanos menos dinámicos, con pocos empleos de calidad e índices de pobreza y desempleo más elevados que en zonas más dinámicas de Estados Unidos.

Perteneciente a la tercera generación de una familia de constructores, Carl construía la casa para su familia cuando un hallazgo le dejó atónito: tras buscar una cocina con el aspecto robusto y las prestaciones de las cocinas industriales, aunque con un consumo y prestaciones más similares a las cocinas domésticas, certificó que ni un solo fabricante había cubierto este nicho.

Sobre una cocina industrial doméstica que no existía

Al dirigirse a un fabricante de cocinas que conocía por su calidad de constructor, le sorprendió saber que su “idea”, su espontánea investigación de mercado, carecía de valor para el fabricante. Si nadie hacía ese tipo de cocinas, era a buen seguro por la falta de demanda.

A Fred Carl Jr. no le convenció la respuesta. Después de seguir con su investigación, decidió diseñar él mismo la cocina de sus sueños. Debía tener todas las ventajas de los modelos usados en los restaurantes por cocineros profesionales, así como carecer de sus inconvenientes.

Carl había considerado usar una cocina industrial en su casa, pero pronto se dio cuenta de que no estaban preparadas para el uso doméstico: se calentaban con facilidad, carecían de funciones de seguridad para profanos de la cocina, consumían demasiado, no se encendían de manera automática, el horno carecía de versatilidad y el tamaño era, excesivo. También el precio.

El constructor que se hizo diseñador industrial y empresario

La posible solución se convirtió, para Fred Carl, en una oportunidad. Así que recabó información acerca de fabricantes de cocina y sus componentes y, tras decenas de reuniones, puso dinero de su bolsillo y convenció a un fabricante del sur de California para que fabricara su diseño.

Nacía así, a mediados de los 80, la compañía Viking Range, ahora una de las firmas de cocinas más emblemáticas y prestigiosas de Estados Unidos, por la sobriedad, sencillez y aspecto industrial de sus diseños, similar al de las cocinas profesionales, aunque algo más estilizadas y con las prestaciones que demandan los usuarios para el hogar.

El nacimiento de Viking Range en una apartada ciudad sureña

En poco tiempo, el experimento le fue tan bien a Fred Carl Jr. La producción del primer modelo de cocina profesional para uso doméstico de Viking Range se inició en enero de 1987.

Debido a la espectacular demanda, a la que el fabricante de California no podía hacer frente, Viking inauguró fábrica propia en la propia localidad de Greenwood. Desde entonces, la pequeña idea se ha convertido en una gran empresa y Carl ha certificado que su visión inicial era correcta.

Madera de inconformista

Según la definición canónica, Fred Carl Jr. no es diseñador industrial, como tampoco lo era Steve Jobs, ni Yvon Chouinard, ni tantos otros.

Estos tres emprendedores, sin embargo, se habrían reconocido en el cuestionario de Core77, y habrían coincidido en la definición de un buen diseño realizada por Dieter Rams.

Con independencia de las etiquetas, la historia del nacimiento de Viking Range demuestra que, incluso cuando no existe un tándem industrial-diseñador, un mismo individuo puede asumir con éxito la esencia de ambos roles.

Muchas buenas ideas nacen de una corazonada. Luego llegan la metodología y ejecución que forjaron la imagen de la marca y productos Braun, Vitsoe, Apple, Viking Range, Patagonia, etc.