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Mini-retiros: 10 cabañas modernas de trabajo e introspección

Escritores y otros creadores (compositores, programadores, etc.) han optado por pequeños espacios para trabajar, cobertizos a menudo permeables a la vegetación circundante de un jardín o un espacio natural; también en la ciudad (terrados, garajes, trasteros y palomares reconvertidos, cabañas “interiores“, etc.).

Los espacios pequeños, intuyen quienes desarrollan oficios creativos en solitario, invitan al recogimiento y la concentración y favorecen la productividad, pero estos refugios también proliferan como casitas para meditar, leer, recogerse lejos de distracciones o alojar a invitados.

(Vídeo: cabaña modernista creada en los 70 por el programador Loren Amelang en el norte de California para evadirse de Silicon Valley; por Kirsten Dirksen)

Espacios que favorecen la concentración: sobre la vida examinada

Leonardo da Vinci anotó en sus cuadernos por qué, en su opinión, los espacios pequeños favorecen el trabajo meditabundo, mientras los grandes invitan a la distracción.

Thoreau se construyó la pequeña casa donde pasaría dos años, Virginia Woolf dedicó un ensayo a su casita de trabajo y, más recientemente, Michael Pollan dedicó otro a la materia.

Tener una casa o cobertizo escondido entre la vegetación de un patio trasero, o el paisaje de un terreno rústico, se ha convertido en un anhelo para quienes se sienten atraídos por lo que la filosofía ha definido como aspirar a una existencia “examinada”, en la que analizar la vida interior y proyectar los anhelos al exterior, y a la inversa, tal y como recomendaba Sócrates y sus discípulos.

Los cobertizos de trabajo se acercan a Frank Lloyd Wright

Hasta ahora, aspirantes a edificar o adquirir su propio mini-retiro de trabajo o contemplación se habían centrado en el tamaño y el precio de los materiales o el edificio ya producido.

El tamaño y el precio importan, pero los expertos con que hemos hablado durante años en *faircompanies coinciden que el diseño conceptual de un espacio, por muy comprimido que sea, maximizará sus posibilidades:

  • en los pequeños cobertizos, mejor pensar de manera tridimensional que bidimensional: cada centímetro cúbico cuenta;
  • la única decoración útil es la que se usa: los mini-retiros suelen carecer de interiorismo estético ajeno a la practicidad real de cada elemento;
  • lo que ves es lo que hay: los espacios comprimidos se diseñan cada vez más como en interfaces de software y el concepto tradicional de habitabilidad -propio de viviendas- se transforma en algo próximo a la usabilidad -cómo hacer que cada elemento de un espacio cuente y se ajuste como un guante a las necesidades de su usuario;
  • permeabilidad del exterior: las casitas, anexos y cobertizos que actúan como mini-retiros pueden ser tan permeables a su entorno como lo requieran las circunstancias (quienes pueden emplazar el edificio en un lugar tranquilo y ajeno al escrutinio de terceros, puede optar por la máxima permeabilidad, usando paredes e incluso cubierta transparentes o translúcidas; localizaciones más ruidosas y concurridas demandan epidermis más privadas, con paredes opacas y pequeños ventanales;
  • comodidad de lo esencial: Henry David Thoreau, Virginia Woolf, Michael Pollan y otros artistas que han escrito sobre pequeñas cabañas de retiro introspectivo recomiendan incorporar sólo lo esencial en el interior, con un número de objetos y comodidades que, de acuerdo con el ideal gandhiano, puedan contarse con los dedos de ambas manos (incluyendo mobiliario);
  • sobre el riesgo de conectarse con el exterior del que el mini-retiro nos evade mientras permanecemos en él: escritores como el estadounidense Jonathan Franzen han reconocido usar los lugares aislados y sin conexión a Internet como localizaciones ideales para caer en esos momentos de flujo en que la concentración nos hace perder la noción del tiempo y se produce un desapego entre cuerpo y mente (olvidando necesidades biológicas hasta que el momento de inmersión se agota por sí mismo o es interrumpido).

(Vídeo: los alumnos de la escuela de arquitectura Frank Lloyd Wright, en Taliesin West -en pleno desierto de Arizona- han construido pequeños abrigos minimalistas y modernos que exploran el lenguaje orgánico en un mínimo espacio; por Kirsten Dirksen)

En busca del rincón adecuado

Jonathan Franzen se asegura de no caer en la espiral de las consultas en Internet mientras trata de escribir optando por una solución expeditiva: desconectando su portátil de la Red.

En su ensayo Mientras escribo, Stephen King sugiere que, cuando se trata de trabajar en tareas alérgicas a la interrupción constante de la vida en la oficina o en familia, poca precaución es poca.

Según el escritor, un trabajo tan individualista y orientado a proyectar la voz interior como escribir ficción “empieza con lo siguiente: pon tu escritorio en un rincón, y cada vez que te sientes allí a escribir, acuérdate de por qué éste no ocupa el centro de la habitación. La vida no es un sistema de apoyo para el arte. Es al revés”.

Otros, como Paul Auster, continúan escribiendo a mano.

Espacios de trabajo y experiencias de flujo

Así que, de manera intuitiva o consciente, creativos de todo el mundo optan desde que existe cultura escrita por recogerse en un lugar humilde y relativamente confortable -si lo que se pretende no es realizar curas de sueño, claro- para centrarse en lo que uno se traiga entre manos, celebrando de paso un momento de concentración productiva a través de una experiencia de flujo.

Al fin y al cabo, los estudios sugieren que el desapego entre cuerpo y mente (introspección productiva) es un mecanismo clave para autorrealizarse.

Las distracciones han alcanzado tal ubicuidad en la era de la información y entretenimiento multipantalla que los expertos se preguntan incluso si, optando por el móvil o la tableta electrónica incluso cuando queremos desconectar, no estaremos olvidando cómo disfrutar de momentos contemplativos, de soledad productiva, introspección o escrutinio de nosotros mismos.

Mini-retiros modernos que se expanden hacia el exterior

Tantas personas con una obra tan influyente y una existencia tan rica no pueden estar equivocadas: los pequeños retiros en el patio trasero, el campo o el terrado de un edificio, invitan a explorar la vida interior y a trabajar cuando es necesario, seamos escritores o polímatas cacharreros como el incansable Derek Diedricksen (vídeo y fotogalería de *faircompanies con Derek Diedricksen).

Estos espacios fomentan instantes de divagación (soñando despiertos, leyendo, escuchando música, meditando, aburriéndonos –por qué no-).

Cuando el entorno lo facilita, los mini-retiros más inspiradores suelen combinar las ventajas de un pequeño y apartado cobertizo con techo -como diría Da Vinci, un lugar para concentrarse disciplinando la mente- con la permeabilidad y proyección al exterior natural que preconizaba la arquitectura moderna de mediados del siglo XX:

  • con ejemplos de autor (la casa Eames, la casa de Ray Kappe, etc.) en lugares como el sur de California, desde Big Sur, Los Ángeles y San Diego al retiro desértico de Palm Springs;
  • y su aplicación a gran escala usando métodos prefabricados en los estilos “mid-century modern” (casas Eichler, Neutra, Alexander, etc.), y sus derivados en emplazamientos como el valle de Santa Clara (Silicon Valley) y Palm Springs.

La evolución de un constructor “indie” hacia abrigos más minimalistas y “mid-century”

En la arquitectura moderna, la estructura es una consecuencia de la estrategia o, en palabras de Louis Sullivan, mentor de Frank Lloyd Wright, “la forma sigue a la función”; y qué mejor lugar para que el uso de fina la estructura como un pequeño retiro dedicado a trabajar, divagar, leer o meditar.

Muchos diseñadores y constructores de pequeñas estructuras han evolucionado desde postulados tradicionalistas (dominio de lo rústico, uso de interiores y exteriores de madera, visión materialista del confort -con acumulación de elementos, en lugar de su edición para lograr lo esencial-) al paradigma de la arquitectura moderna.

Es el caso del propio Derek “Deek” Diedricksen, un incansable dibujante, cacharrero, compositor musical y carpintero “indie” a quien Kirsten y yo visitamos hace tres meses en su casa de las afueras de Boston.

Diedricksen dedica buena parte del tiempo en que no ofrece seminarios sobre alguna de las materias que domina a construir pequeños cobertizos y casitas de introspección, tanto para él mismo como para clientes enfrascados en la creación en solitario, desde músicos a profesores universitarios residentes en Nueva York.

Sintetizando la arquitectura orgánica en microestructuras

Derek Diedricksen se ha especializado en pequeñas estructuras simples y livianas, que maximizan el espacio interior pese a su dimensión extracompacta. Diedricksen logra el efecto de “introspección productiva” en el interior de sus últimos pequeños edificios jugando con las formas y altura de la cubierta, así como integrando paredes translúcidas y transparentes de polímeros de plástico corrugado.

Diedricksen expone su proceso creativo en sus novelas gráficas, bitácora, perfil en Facebook y vídeos como la entrevista-documental de Kirsten Dirksen; este polímata “indie” logra en espacios individuales ínfimos -algunos desperdigados aquí y allá por el patio trasero de su casa- varias de las ventajas de la arquitectura moderna.

(Vídeo: un repaso por la evolución estilística de las pequeñas cabañas y cobertizos del polímata “indie” de Nueva Inglaterra Derek Diedriksen; por Kirsten Dirksen)

El modernismo europeo de Walter Gropius y Le Corbusier, así como la sencillez adaptada a la naturaleza de la arquitectura orgánica en la escuela de Chicago (Louis Sullivan, Frank Lloyd Wright), Escandinavia (Erik Gunnar Asplund, Alvar Aalto), Latinoamérica (Oscar Niemeyer, Amancio Williams), etc., partieron de unos objetivos similares a los que intentan obtener quienes construyen un pequeño cobertizo para motivar tareas creativas e introspectivas.

Crear interiores que amplifican su interior

Según David Pearson, un edificio orgánico (sin importar su tamaño):

  • se inspira en la naturaleza, respeta y celebra su diversidad;
  • se expande, como un organismo, desde la semilla en su interior;
  • existe en el presente continuo y empieza una y otra vez;
  • atiende a los flujos -orientación, luz, corrientes de aire, etc.-, y es flexible, adaptable;
  • satisface necesidades físicas y espirituales (en el caso de los pequeños retiros productivos, se trata del anhelo individual de la existencia escrutada o examinada: actividades introspectivas);
  • crece más allá de su emplazamiento y es único (como un organismo, que aprende con su entorno y, como contrapartida, el entorno se embebe y aprende de él);
  • celebra la transitoriedad y la aleatoriedad;
  • expresa el ritmo de la música y el poder de la danza.

Cuesta identificar algunos de los parámetros más conceptuales en mini-retiros que en ocasiones cuentan con un interior muy inferior a una estancia de una vivienda convencional, aproximándose más al espacio en el interior de pequeños refugios de alta montaña, pequeños botes vintage o autocaravanas.

La estrategia para encontrar el equilibrio entre la concentración y la inspiración de los mini-retiros de estilo moderno y orgánico evoca los principios ancestrales para garantizar la habitabilidad y el rendimiento de un edificio, tales como la arquitectura mediterránea y los ideales estéticos orientales: feng shui (China), wabi-sabi (Japón) y vastu (India).

Cuando la riqueza está en la experiencia, y no en la disposición material

La conexión que estos tres sistemas estéticos tradicionales realizan, como si se tratara de una fractal ascendiendo o descendiendo de escala (o de una matrioska -o muñeca rusa- minimalista), integra a persona, hogar y entorno en un mismo organismo interconectado.

En definitiva: el individuo (equivalente a la “semilla” de la arquitectura orgánica desde la que “crece” el edificio) se proyecta en el espacio interior del habitáculo, a su vez beneficiado y en conversación permanente con su entorno circundante (como propugna también la permacultura).

(Vídeo: viejo garaje en los suburbios residenciales y semi-rurales de Santa Rosa, al norte de San Francisco, reconvertido como mini-retiro moderno; por Kirsten Dirksen)

Quién no ha fantaseado alguna vez con poseer uno de estos espacios si no le acompaña ya en su jornada cotidiana o momentos esporádicos de retiro, cuando la situación lo permite.

Varios escritores estadounidenses reconectaron con la tradición pionera del país, cuya literatura se nutrió de merodeadores, buhoneros y buscavidas, o bien urbanitas aspirantes a ello, como los trascendentalistas Emerson, Thoreau y Whitman.

En su viaje por Estados Unidos, el intelectual francés Alexis de Tocqueville, respetado por sus ensayos sobre los orígenes liberales de la prosperidad entre los estadounidenses de mediados del XIX, entendió que parte de ésta partía del interés de la población por informarse y salvaguardar sus libertades.

A Alexis de Tocqueville le impresionó que incluso en las cabañas de madera más pequeñas y humildes hubiera varios volúmenes de Shakespeare, y no precisamente los más habituales. “Recuerdo haber leído por primera vez -decía- el drama feudal Enrique V en una cabaña de troncos”.

La cabaña de leñador de Jack London y el gallinero reconvertido en cabaña de Aldo Leopold (“The Shack”)

Ya en el siglo XX, otros aventureros y escritores seguirían los pies de usuarios de cabañas y cobertizos de creación e introspección. Siguiendo la estela de Mark Twain, el periodista Jack London se fue una temporada a los bosques del Canadá más remoto -cerca de Dawson City, en el territorio del Yukón, al este de Alaska- y allí pasó una temporada viviendo en una cabaña de troncos erigida por él mismo.

Si creadores como Jack London tomaron el testigo de apreciar la vida introspectiva en la naturaleza de Mark Twain o Henry David Thoreau, el escritor, científico y ecologista Aldo Leopold, responsable de las primeras políticas modernas de gestión y conservación del espacio natural, tomó el relevo a otro conservacionista amante de los retiros introspectivos, John Muir.

Aldo Leopold escribió en el ensayo A Sand County Almanac (1949) por qué es importante pensar como una montaña (o entender que el entorno es un todo interrelacionado), o de manera holística. Leopold se refería a la naturaleza en términos similares a los usados por Frank Lloyd Wright a propósito de la arquitectura orgánica.

En la década de los 30, Aldo Leopold reconvirtió un viejo gallinero en Baraboo, Wisconsin, en una sencilla vivienda, The Shack, donde escribiría el mencionado A Sand County Almanac rodeado de naturaleza.

Contemplando novelas

Otro conservacionista, Edward Abbey, escribía:

“Mi única ambición literaria es escribir una buena novela, y luego retirarme a mi cabaña en el desierto, asumir la posición de loto, componer mi mente y los sentidos, y sumergirme en la meditación, contemplando mi novela”.

10 cobertizos y cabañas de estilo moderno como mini-retiros productivos

Recopilamos a continuación 10 pequeñas estructuras que integran en su diseño los principios funcionales, de proyección desde el interior hacia el exterior y de permeabilidad con el entorno de la arquitectura moderna y orgánica de mediados del siglo XX.

Varios de los cobertizos elegidos parecen seguir -seguramente por intuición, aunque en ocasiones de manera consciente- los preceptos de la escuela de Chicago (Louis Sullivan, Frank Lloyd Wright) y los arquitectos escandinavos.

Los arquitectos orgánicos estadounidenses y escandinavos se hallan a menudo tan próximos a los postulados minimalistas de la arquitectura japonesa y sus ideales (proporción ken -contar un espacio en número de tatamis- e ideal estético basado en la impermanencia y la sencillez rústica: wabi-sabi), que surgen cuestiones sobre una escuela intuitiva superior basada en el sentido común y las buenas prácticas sencillas y duraderas.

1. Mini-retiro con pabellón-dormitorio acristalado Bergroth por Ville Hara y Linda Bergroth

2. Cabaña moderna con perímetro metálico de puertas acristaladas para un escritor por Tom Kundig (isla de San Juan, Puget Sound)

3. Mini-retiro para amplificar la naturaleza circundante por Erin Moore (Wren, Oregón)

4. Mini-estudio moderno de madera con paredes acristaladas por Heidi Beebe y Doug Skidmore (Boise, Idaho)

5. Pabellón acristalado con vistas al bosque en casa con tejado en “A” por dmvA (Brecht, Bélgica)

6. Micro-pabellón geométrico veraniego orientado a entorno natural NOA Cabin por Jaanus Orgusaar (Virumaa, Estonia)

7. Micro-retiro introspectivo y casa de juegos en patio trasero ajardinado por Jerome A. Levin (Roslyn Harbor, Long Island, Nueva York)

8. Cabaña-estudio de madera con escritorio hacia pendiente con vistas por Riley McFerrin (Columbia Británica, Canadá)

9. Microcasa en contenedor logístico con fachada lateral convertida en terraza (New Plymouth, Nueva Zelanda)

10. Pequeño estudio “moderno” para meditar sobre un lago con estructura de madera y cubierta de ala de mariposa por Jeffery Poss (Champaign, Illinois)

Bono:

11. Dormitorio universitario móvil en el interior de una caravana de acero vintage Airstream por Andreas Stavropoulos (Berkeley, California)