La nueva arquitectura se alimenta de Internet, que acerca (con información, imágenes y diseño digitalizado) tanto materiales como ideas procedentes de cualquier disciplina o rincón.
Pero con las nuevas posibilidades aparecen riesgos hasta ahora secundarios: cómo preservar el carácter de una localización o cultura en un mundo interconectado; cómo priorizar materiales y técnicas (¿por proximidad, sostenibilidad, coste, exclusividad…?); o cómo distinguir entre la oportunidad y el ruido en la era interdisciplinar y del acceso.
Para algunos, la arquitectura actual es básicamente ruido carente de calidad (o “una auténtica mierda”, en palabras de Frank Gehry). Otros creen que nuestro modo de concebir y construir edificios asiste a una aceleración en innovación similar a la del transporte en el siglo XIX.
Información y herramientas técnicas para quien las quiera
Internet también ha permitido a arquitectos, estudiantes, entusiastas del “hazlo tú mismo” (DIY), constructores informales de países en desarrollo -sin acceso a canales tradicionales de conocimiento- y autoridades civiles, indagar en ideas, técnicas y materiales, así como acceder a nuevos tipos de financiación (que se colectiviza e internacionaliza en los proyectos arriesgados).
Como ocurre en otras disciplinas, la globalización y la pujanza de los países emergentes (pese a las desaceleración china y las dificultades en Brasil) ha permitido que, más que occidentalizarse, la arquitectura mundial adquiera los matices de una influencia multipolar, con nuevos polos de interés arquitectónico en Japón, Corea del Sur, Vietnam, Centroamérica y el Cono Sur de América Latina (que se reivindica décadas después de que Óscar Niemeyer diseñara sobre Brasilia con la libertad de un demiurgo).
La arquitectura no puede resumirse en un par de tendencias, pero más allá de los grandes proyectos simbólicos adjudicados por ciudades y grandes inversores privados a los estudios-estrella del momento (desde el viaducto de Millau a la nueva estación de transporte del World Trade Center), la arquitectura posmoderna se atomiza y libera de viejos corsés con nuevas técnicas, materiales y cruce de influencias, desde el regionalismo más escrupuloso al neobarroco, pasando por el nativismo en zonas de Asia o África.
No hay sólo un paradigma: auge de las influencias multipolares
Si 1492. The Year the World Began, el ensayo del historiador británico Felipe Fernández-Armesto, representa un nuevo modo de acercarse a los acontecimientos históricos, al sustituir el eurocentrismo por un más perspectivista (y cercano a la realidad) mundo con otras potencias y civilizaciones ajenas a la occidental, la arquitectura relativiza los cánones que empiezan con la Atenas de Pericles y De Architectura, el tratado arquitectónico de Marco Vitruvio: el mundo acepta una arquitectura regional ajena a la occidental.
Y, todavía más importante: la influencia multipolar en estilos, materiales o técnicas logra reconocimiento de las partes implicadas: universidades, arquitectos, constructores, inversores, representantes de la población y los propios habitantes de zonas que comprueban cómo, a medida que se consolida su clase media, surge un interés que pretende combinar modernización con tendencias nativistas (respetando tradiciones, materiales, procesos).
En ocasiones, la nueva arquitectura regionalista, presente tanto en obra civil como en construcción residencial, apenas integra elementos locales simbólicos (el uso de un material en el exterior, el empleo de una distribución determinada, etc.), pero a menudo surge una experimentación con epicentro e idiosincrasia locales, que conduce a una innovación no dependiente de tendencias vistas en Occidente.
Un nuevo tipo de regionalismo
Un caso emblemático de regionalismo innovador sensible con materiales, técnicas y tradición locales, pero también sensible al futuro en estos campos, es el boom que vive Vietnam, con la actividad frenética e imaginativa de arquitectos como el joven Vo Trong Nghia (formado en la Universidad de Tokio), que se han propuesto competir en experimentación residencial con Japón y Corea del Sur.
Los arquitectos vietnamitas ofrecen soluciones imaginativas y adaptadas tanto a la tradición de Indochina como a un sentido estético oriental propio, influido tanto por el sustrato ancestral y la proximidad con las potencias de la zona como por la arquitectura francesa del período colonial, conformando una combinación única e intransferible.
Ocurre algo similar al fenómeno de Vietnam en varios puntos del planeta, con profesionales y entusiastas ávidos por preservar cierto carácter local, ahorrar (en diseño, tiempo, materiales) y lograr cierto carácter regenerativo (usando materiales locales, reciclados y/o reciclables, adoptando técnicas de construcción modulares o prefabricadas, etc.).
Tendencias para el futuro de la arquitectura
Marc Kushner, fundador de Architizer.com y arquitecto especializado en la influencia de Internet y los medios sociales en la arquitectura contemporánea (su propia publicación actúa como plataforma y otorga premios que priman los proyectos experimentales), sintetiza en un ensayo las numerosas tendencias que confluyen en el futuro de la arquitectura.
El libro de Kushner (The Future of Architecture in 100 Buildings, 2015) es un pequeño compendio que prima los ejemplos ilustrativos sobre la teoría, pero reconoce la nueva relación entre individuo, edificio y mundo circundante:
- edificios que ofrecen más servicio con menos material, más respetuosos con el entorno, capaces de hacer más que proporcionar abrigo (emocionar, inspirar, enriquecer un contexto en vez de transformarlo de manera unilateral, etc.);
- mayor adaptación a todo tipo de condiciones (incluyendo localizaciones extremas, como la Antártida, alta mar o las zonas más áridas -antesala de la colonización de nuevos planetas-);
- nuevos materiales;
- estructuras elevadas, transformables, móviles (pilares, tiendas, etc.);
- experimentación volumétrica: nuevos materiales y técnicas permiten formas y composiciones geométricas antes imposibles);
- abrigos sobre ruedas (intersección entre vivienda y vehículo);
- construcción natural (que se funde o enriquece con la naturaleza);
- abrigos surgidos como respuesta adaptativa al cambio climático;
- edificios comprimidos (que destacan por su tamaño diminuto, ligereza, minimalismo, versatilidad);
- edificios públicos diseñados como catalizadores sociales (servicios y espacios públicos).
Aprendiendo de pequeños edificios… y de edificios-ciudad
Finalmente, el fundador de Architizer no se olvida de mostrar un poco de futurología, añadiendo demostraciones y conceptos con potencial para las próximas décadas.
Los 100 proyectos elegidos por Kushner son una minúscula muestra de lo que acontece en arquitectura en la actualidad, pero los proyectos -a menudo desconocidos para el gran público- son representativos y representan a profesionales, firmas y localizaciones de todo el mundo.
Con Internet, el oficio de proporcionarnos abrigo y espacio social muestra su riqueza, desde proyectos informales sin más coste que el trabajo conceptual y manual dedicado, hasta enormes obras que alcanzan lo que el fundador de Whole Earth Catalog y autor de How Buildings Learn (1994), Stewart Brand, llama “una escala de civilización” (experimentos como el edificio-ciudad, o “arcología”, diseñado por Paolo Soleri, arquitecto italiano y discípulo de Frank Lloyd Wright).
Marc Kushner no es el único que cree que muchos edificios del futuro se amoldarán a las condiciones locales (debido a la importancia de acomodar las variaciones meteorológicas, sísmicas, geopolíticas, etc.). El carácter de edificios y ciudades estará tan relacionado con regulaciones y condiciones del mercado como con la voluntad de que cada lugar potencie sus particularidades.
Una casa “shotgun”
Nueva Orleans muestra algunas de las tendencias relacionadas con zonificación urbana, reconstrucción tras eventos de clima extremo y búsqueda de equilibrio entre el acervo arquitectónico de una ciudad influenciada por la arquitectura colonial (francesa y española) y caribeña (con viviendas humildes alargadas y fáciles de ventilar, denominadas “shotgun”), y las nuevas posibilidades.
Muchas viviendas contemporáneas de la ciudad se inspiran en elementos coloniales o shotgun en distribución o espíritu, pero innovan en técnicas, materiales o volumetría. J-House, la vivienda futurista que el arquitecto libanés Ammar Eloueini ha edificado en Nueva Orleans es una interpretación libre y valiente del concepto “shotgun” (planta alargada, despejada, con ventilación cruzada).
J-House cuenta con una coraza metálica elevada (para así evitar inundaciones y flotar si es necesario), así como una forma en espiral que recuerda a una representación matemática, o a torsiones más propias de organismos en la naturaleza (y columnas gaudinianas) que de edificios residenciales.
Arquitectura como experimentación
Actualmente, las técnicas más innovadoras y experimentales no se circunscriben exclusivamente a los proyectos emblemáticos de mayor presupuesto. Hace poco más de un lustro, un grupo de arquitectos españoles concibió una idea arriesgada y con una ejecución que roza lo cómico, pero su osadía los convirtió en sensación en las bitácoras especializadas, apareciendo finalmente en el compendio de Marc Kushner sobre estructuras que simbolizan el futuro de la arquitectura.
Dirigidos por Antón García-Abril, los arquitectos de Ensamble Studio se dispusieron a crear La Trufa: horadaron la zona de una loma de Laxe, en plena Costa da Morte (Galicia), que llenaron con fardos de paja. El espacio restante fue recubierto de hormigón líquido.
Acto seguido, el equipo del proyecto retiró la tierra circundante, descubriendo una masa amorfa -similar a una enorme formación granítica, frecuente en la geología el noroeste peninsular-, pasando al último proceso para descubrir el nuevo espacio: la ternera Paulina se encargó de comer los fardos de paja del interior de la coraza de hormigón, logrando así un espacio de aspecto orgánico y a la vez contemporáneo, integrado en el entorno… usando hormigón, a priori un material a priori poco adecuado para mantener el equilibrio visual en un entorno natural.
La Trufa y la ternera Paulina
Según los arquitectos:
“La tierra y el hormigón intercambiaron sus propiedades. La tierra proveyó al hormigón de su textura y color, su forma y su esencia, y el hormigón le entregó a la tierra su resistencia y estructura interna. Pero aún no era arquitectura lo que habíamos creado, habíamos fabricado una piedra.
“Con maquinaria de cantera hicimos unos cortes para explorar su núcleo y descubrimos la masa de su interior construida con paja, ahora comprimida por la presión hidrostática que ejerció el hormigón sobre la endeble estructura vegetal.
“Para vaciar el interior, llegó la ternera Paulina, que disfrutó de 50m3 de su más rico alimento, del que se nutrió durante un año hasta que abandonó su hábitat, ya adulta y pesando 300 kilos. Se había comido el volumen interior, y aparecía el espacio por primera vez, restaurando la condición arquitectónica de la trufa tras haber sido cobijo del animal y de la masa vegetal durante un tiempo largo.
Cerramientos y acabado contemporáneo y minimalista otorgan a La Trufa su carácter memorable. Un sencillo prefabricado que combina técnicas y materiales ancestrales con una concepción que explora la intersección entre arte y arquitectura.
Epidermis física y epidermis virtual
Como en el proyecto de La Trufa y Antón García-Abril (y la ayuda inestimable de la ternera Paulina), innovación no implica siempre aplicar conceptos futuristas o estructuras de la una era industrial que se transforma al mostrar síntomas de agotamiento (combinando, por ejemplo, economías de escala -producir más para abaratar- con la “personalización en masa”, la producción bajo demanda, etc.).
En ocasiones, innovar implica reconocer la idoneidad o superioridad de acabados, técnicas o partes de edificios heredadas por un nuevo proyecto. O, en palabras del arquitecto Ricardo Bofill al referirse a su vivienda y estudio arquitectónico, alojado en los restos reacondicionados de una vieja fábrica de cemento en Sant Just Desvern, Barcelona, en ocasiones la forma no sigue a la función (paradigma de la arquitectura moderna), sino que el arquitecto se encuentra con una forma y, a partir de este legado, acomoda la función de la manera más adecuada.
Otras veces, nuevas técnicas y materiales se superponen sobre viejas estructuras:
- epidermis física: edificios como el rascacielos Aqua Tower, en Chicago, logra un aspecto exterior escultórico al incluir en sus 82 pisos balcones curvados que parten de una base rectangular; mientras proyectos como el Silk Pavilion, de Neri Oxman, combinan robótica y la acción de gusanos de seda para crear una ligera cúpula geodésica con el aspecto orgánico de un tejido natural;
- epidermis virtual: datos y sensores convierten a los edificios en estructuras sensibles, que reaccionan a estímulos y actúan en consecuencia.
Del control numérico a la impresión 3D
Proyectos experimentales como el de Neri Oxman, avanzan una de las tendencias que más interés suscita: el uso de técnicas de fabricación procedentes de otros campos, desde el crecimiento biológico (a través de materiales vivos -hongos, musgo, bacterias, etc.-, que se reproducen o reaccionan a sustancias activas), al tejido (usando robótica o técnicas procedentes del mundo animal, como demuestra el Silk Pavilion) o la impresión 3D.
Proliferan los ejemplos que ilustran la arquitectura que se autorreproduce, que se teje o se imprime, a menudo partiendo de técnicas presentes en la arquitectura tradicional, como los tejados de turba del norte de Europa. Asimismo, el desierto del Sáhara acoge, Dune (Magnus Larsson), un edificio experimental que surge de la acción de Bacillus pasteurii, bacterias capaces de producir piedra caliza.
Los edificios “impresos” son una realidad, sobre todo los que se sirven de diseños por ordenador que son cortados con máquinas de control numérico (CNC) para lograr estructuras (de madera, contrachapado, metal, plástico o materiales compuestos) tan complejas como el Metropol Parasol de Sevilla.
De imprimir una casa a crear una colonia en Marte (con tierra marciana)
Pero la construcción automatizada guarda una promesa aún mayor: los edificios no ya cortados con la precisión de una máquina de control numérico, sino totalmente impresos con impresoras 3D.
Arquitectos, expertos y entusiastas de la impresión 3D creen que es la técnica adecuada para edificar con rapidez y flexibilidad cuando hace falta una respuesta rápida (en zonas afectadas por un desastre como el reciente terremoto en Italia), aunque también se asocia la técnica 3D con proyectos residenciales de alto presupuesto (y abiertos a la personalización) o incluso la futura colonización de otros planetas: la NASA trabaja con universidades y empresas privadas en impresoras 3D que se ensamblarían en destino y usarían material lunar o marciano para edificar.
La idea de imprimir edificios no es nueva: la impresión aditiva de materiales se ha usado para fabricar objetos sólidos diseñados previamente por ordenador desde hace tres décadas, explica Nicola Davison en The Guardian.
Carrera por popularizar un método de impresión de edificios
La receptividad de empresas y gran público para experimentar en técnicas y formas de construcción ha animado los primeros proyectos de envergadura:
- la empresa china Winsun imprime edificios usando una máquina de 6,6 metros de altura, 10 metros de anchura y una longitud de 150 metros. La empresa, que habría ensamblado esta máquina con partes procedentes de compañías europeas especializadas en maquinaria de extrusión, se convirtió en la primera en edificar varias casas usando esta técnica;
- en Europa, el estudio holandés DUS Architects experimenta con impresión aditiva para erigir un edificio de apartamentos en Ámsterdam; por el momento, la firma ha finalizado una microcasa (cabaña de plástico extruído con cubierta a dos aguas y forma ondulante/corrugada), 3D Print Urban Cabin, que acepta a voluntarios que quieran informar sobre su experiencia.
Para DUS Architects,
“Con la impresión 3D, hay cero desechos, se reducen los costes de transporte, y todo puede ser derretido y reciclado.”
¿Moda o herramienta del futuro?
Winsun y DUS Architects no son las dos únicas empresas en apostar por la técnica. Behrokh Khoshnevis, profesor en la Universidad de Southern California, lleva años trabajando en su técnica de impresión, Contour Crafting, y cree que la visita de Ma Yihe, fundador de Winsun, a su laboratorio en 2013, llevó a éste a adoptar su tecnología sin permiso.
La batalla de Winsun, Contour Crafting y DUS Architects por crear una técnica de impresión 3D para arquitectura capaz de transformar la industria es, de momento, minúscula, dada la escala e importancia del sector en la economía mundial (y sus burbujas y recesiones, como muestra la situación actual china).
De momento, la impresión 3D se había dedicado a proyectos de pequeña escala, recuerda el Financial Times: modelos a escala realizados por el estudio de Norman Foster, complementos de moda del estudio de la desaparecida Zaha Hadid, audífonos diseñados por Ron Arad, etc.
Técnicas como la de Winsun deberán demostrar no sólo la capacidad para crear objetos sólidos a partir de modelos digitales, sino de construir mejor, más barato, con menor impacto y en menos tiempo, lo que garantizaría la inversión necesaria para acelerar la expansión de esta tecnología.
¿Una casa por 4.000 dólares?
Ma Yihe asegura que cada una de las casas de 200 metros cuadrados construidas en Shangai con su impresora tienen un coste de alrededor de 4.000 dólares (al que habría que añadir terreno, acabados e inversión en la impresora).
La controversia entre el fundador de Winsun y el profesor Behrokh Khoshnevis (Behrokh Khoshnevis) acerca de la técnica de extrusión de un material similar al cemento deja en segundo plano movimientos que podrían propulsar la impresión 3D en arquitectura: según el Financial Times, Foster & Partners trabaja con la Agencia Espacial Europea en una base lunar impresa in situ, mientras la NASA desarrolla planes similares (incentivando la innovación en este campo).
Expertos como Xavier de Kestelier, directivo en Foster & Partners, creen que la impresión 3D apenas es una mejora de procesos ya existentes desde la Antigüedad:
“Construir con ladrillos es al fin y al cabo una versión manual de la impresión 3D. Las impresoras simplemente han automatizado el proceso.”
Fin de las limitaciones geométricas y físicas
Sobre el papel, lo que interesa de la técnica es el ahorro de costes y la precisión que aportaría a procesos que toleran errores y excedentes:
“¿Y si una viga de acero usada para construir la estructura de un edificio empleara sólo la cantidad adecuada de acero necesaria? Podríamos imprimir una viga de acero, por ejemplo, para así garantizar su perfecta adecuación al trabajo en cuestión.”
La impresión 3D también libera a arquitectos y constructores de limitaciones formales, permitiendo muros curvados, formas geométricas modeladas por ordenador y superficies que desafían la física.
Interior y exterior, privado y público
Pero la supuesta nueva edad dorada de la arquitectura no dependerá únicamente de mayor tolerancia por la experimentación en el concepto físico, sino una mayor atención al uso y la “inteligencia” de los edificios, que acumularán más servicio y versatilidad usando menos material y con un impacto menor:
- clientes residenciales y corporativos indagarán acerca de lo que necesitan, más que poner todo el énfasis en la estética y el prestigio del diseñador;
- la arquitectura se abrirá a la colaboración y la interdisciplinariedad (gracias a Internet y a una mayor atención por uso, clima, entorno, legado, etc., profesionales de disciplinas como la antropología y las ciencias medioambientales aportarán su conocimiento);
- la frontera entre lo público y lo privado tenderá a desaparecer, con edificios que se diseñarán en consecuencia;
- materiales ancestrales (madera, bambú) convivirán con cementos y compuestos con nuevas propiedades: superficies que absorben CO2, que anulan la acción bacteriana, que varían desde la translucidez a la opacidad, etc.
Materiales con nuevas propiedades y rendimiento
Los nuevos materiales y técnicas nos hacen soñar con un mundo en que paredes y cerramientos podrán modularse desde la porosidad al hermetismo, desde la transparencia a la opacidad, desde la solidez a un estado semi-gaseoso que permitiría, por ejemplo, traspasar un tabique compuesto por un determinado aerogel.
Estos nuevos materiales imitan propiedades observadas en la naturaleza o, simplemente, inspiradas en la ciencia ficción (antesala de la buena futurología). Philip Howes, del King’s College londinense, elabora una pequeña lista para The Guardian:
- vidrio electrocrómico: capaz de volverse transparente u opaco con una orden (pulsando un botón, hablando con un asistente digital como Amazon Echo, etc.);
- cemento que repara a sí mismo y absorbe contaminación;
- superficies que se limpian a sí mismas imitando lo observado en la naturaleza (biomimética);
- aerogel: superficie sólida saturada de minúsculas burbujas de aire, lo que reduce su densidad, convirtiendo el material en el sólido más ligero (además de un eficiente y translúcido aislante);
- termobimetales: nuevas aleaciones de dos o más metales que se expanden a diferentes ratios al calentarse, logrando que una estructura resistente pueda doblarse o contornearse sin sufrir daños estructurales.
Superficies que se comportan como un organismo
El diseño regenerativo y transformable contempla otros materiales:
- ladrillos de compuestos biológicos: de celulosa, hongos, cáñamo, o incluso sangre animal procedente de mataderos, etc.
- ladrillos de compuestos reciclados: de plástico, madera, cenizas volantes de centrales energéticas, etc.
- cemento con propiedades experimentales: transparente (Litracon), flexible, autorreparable, etc.
Si hay algo que blogs y redes sociales han logrado es democratizar la arquitectura, permitiendo a cualquiera con un teléfono conectado a Internet asomarse a edificios y obras de arte de cualquier época, lugar y tradición.
A menudo, con el acceso llega lo que unos llaman “vulgarización” (sin ir más lejos, Frank Gehry ha dicho que “el 98% de todo lo que se construye y diseña hoy es pura mierda”; desconocemos en qué parte del porcentaje se encuentran algunos de sus edificios emblemáticos, sobretodo desde el aspecto funcional y de mantenimiento).
¿Era de la experimentación?
Con Internet, expertos que hasta ahora controlaban el acceso piramidal a un tipo de información, se encuentran con un entorno horizontal donde todo el mundo puede indagar en tanta información y con tanta profundidad como desee.
Aficionados diseñar o construir (cobertizos, edificios, interiores de autocaravanas de segunda mano, etc.), jóvenes arquitectos y entusiastas del urbanismo, la preservación o la mera curiosidad humana de imaginarse en un edificio, podrían potenciar la arquitectura y mejorar muchos procesos con la auténtica herramienta del progreso: la experimentación. Ensayo y error.
La arquitectura podría experimentar una aceleración que equivaldría, según Marc Kushner, al progreso vivido por el transporte entre los siglos XVII y XIX: a medida que métodos más rápidos y fiables evolucionaron, viajar rápido y seguro -un lujo hace menos de dos siglos- se convirtió en una normalidad exigible en el siglo XX.
Quizá los medios sociales (y nuestra afición por trastear, compartir, experimentar) estén acelerando un fenómeno similar en nuestra manera de afrontar los abrigos desde donde nos asomamos al mundo.
Al fin y al cabo, palabras como ecología derivan de “oikos”, casa en griego.
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