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Tendencias en zapatos: menor huella, mayor comodidad

¿Está todo dicho en el sector del calzado? Varias compañías creen que no y vuelven al origen: que los zapatos protejan del medio sin obstruir el pie y, a la vez, retornen a la naturaleza con el menor impacto posible.

Con este objetivo, se exploran y ya se comercializan diversas tecnologías en un sector tachado históricamente como estático, en el que no se ha innovado lo suficiente. 

Las empresas de calzado más interesadas en la sostenibilidad exploran distintos derroteros: nuevas políticas de responsabilidad empresarial (Toms); materiales ecológicos (Patagonia, Simple); nuevas tecnologías (Urshuz); materiales inocuos e íntegramente biodegradables (Oat Shoes) o ergonomías que imitan el pie descalzo, un diseño de la naturaleza que ningún avezado diseñador industrial logrará mejorar (Vibram, Terra Plana).

Heinberg no sólo se refiere a los combustibles fósiles, los materiales estratégicos para la industria o los metales preciosos, sino también a los alimentos, el agua, la pesca, los espacios naturales no alterados, etcétera.

El futuro se toca con el pasado

¿En qué se parecen los diseños ergonómicos que actúan como una mera protección y dejan al pie deselvolverse como en el caminar descalzo con el inicio del propio calzado? Si observamos el diseño de los zapatos de piel más antiguos que conocemos, elaborados por un artesano hace 5.000 años y encontrados en Armenia, los resultados obtenidos se asemejan a los que pueden lograrse con el modelo FiveFingers de Vibram, que famosamente imita la ergonomía de un guante, con espacio independiente para cada dedo y suela imperceptible para la planta del pie.

Ambos zapatos, el armenio y el diseñado en Estados Unidos teniendo en cuenta estudios científicos y empleando la última tecnología, parten del mismo principio y obtienen el mismo resultado. Proteger el pie de la intemperie, sin bloquear las virtudes de su diseño ergonómico, resultado de la evolución de nuestra especie.

Los compradores, cada vez más conscientes de la fragilidad del medio ambiente y la importancia de su bienestar, decidirán con su poder de compra qué diseños dejan la experimentación, la marginalidad o la exclusividad y contribuyen a que evolucione toda una industria.

En busca de los zapatos para una nueva era

El cambio de patrones tecnológicos al que asistimos es causado por el cambio de modelo industrial desde la economía extractiva a una sociedad con un consumo frugal, que promociona productos con menor impacto y usa cada vez más energías renovables.

Richard Heinberg, teórico del fin de la economía extractiva y acuñador  del término “peak everything“, cree que se puede garantizar el bienestar a cada vez más personas si la humanidad es capaz de vivir cada vez mejor usando menos recursos y evitando el despilfarro.

Qué zapatos queremos para el futuro

Usar menos recursos y de un modo más eficiente y provechoso, o reducir el consumo de fósiles incluso drásticamente, sólo permitirá comprar tiempo si no se lleva a cabo el cambio radical en la forma de producir bienes de consumo, desde el material utilizado hasta la duración del propio producto, o la persistencia de sus materiales una vez es desechado.

Mientras el aumento en el precio de los recursos y su agotamiento acelerará, según los expertos, la transición hacia productos menos dependientes de su uso, empresas influyentes de distinto tamaño, desde grandes corporaciones a startups, renuevan todos sus procesos, desde el diseño de sus productos hasta el funcionamiento de sus cadenas de suministro, para reducir el gasto y, de paso, el impacto ecológico de sus operaciones.

Tecnologías verdes, también en el sector del calzado

Muchas de estas empresas ya reconocen que la responsabilidad empresarial incide sobre su reputación, imagen de marca y, en última instancia, sus ventas. O incluso su supervivencia a largo plazo.

El agotamiento de los recursos o “peak everything” es visto por emprendedores de todo el mundo como una oportunidad, ya que las ideas y tecnologías verdes atraerán cada vez mayor atención mediática, inversora y, todavía más importante, interés de los consumidores.

Una reciente conferencia organizada en torno a las energías y productos del futuro, por ejemplo, recogía ideas que comparten el objetivo de reducir la dependencia energética y la huella recológica de las actividades humanas: energía eólica captada con cometas, huertos verticales, fertilización del suelo desértico, energía micro-geotérmica, vertederos de energía solar, casas fabricadas con material reciclado, vidrio aislado con aire (para ahorrar la doble capa o reducir su grosor), energía producida con algas, neveras solares, etc.

La importancia del voto del consumidor

Evitar la dependencia del precio de los combustibles fósiles, o seguir produciendo como si los distintos recursos estratégicos no pudieran acabarse, no sólo las empresas notan la presión del cambio de su modelo productivo (reducir su impacto ecológico implica ahorrar dinero, algo a lo que pocos ejecutivos se resistirán a la larga), sino también la sociedad en su conjunto.

Los participantes de las revueltas populares en el mundo árabe no son los únicos en utilizar los medios sociales para crear y compartir información: mientras Internet perfecciona modelos publicitarios basados en la fuerza e independencia del individuo, los ciudadanos descubren su papel decisivo como consumidores. En un mundo informativo transparente y descentralizado, la responsabilidad empresarial y la reputación cuentan cada vez más.

La economía sostenible no girará sólo en torno a los sectores de las tecnologías limpias, como las energías renovables, los materiales de construcción, los coches ecológicos, etcétera. En última instancia, todos los productos de consumo adoptarán diseños o, a lo sumo, métodos de producción más sostenibles.

Tipologías del diseño ecológico

Expertos, centros de investigación y empresas de todo el mundo debaten sobre las tipologías de diseño sostenible más prometedoras: los productos Cradle to Cradle (C2C, de la cuna a la cuna); el diseño regenerativo; el biomimetismo; la tecnología adecuada; y la ingeniería ecológica, son las principales corrientes de diseño ecológico. Todas ellas comparten principios, aunque cuentan con principios autónomos.

Los principios de la ingeniería verde influirán sobre todos los productos de consumo y servicios, incluidos los bienes de primera necesidad, el calzado, la ropa, el turismo, etcétera.

Varias familias de diseño ecológico toman forma y ganan seguidores, tanto entre las empresas y creadores de bienes como entre los consumidores. Y, gracias a tendencias como el “hazlo tú mismo”, el “open source hardware”, la impresión 3D casera o el intercambio, también aumentarán los creadores-consumidores, artesanos de sus propios productos, desde ropa hasta dispositivos tecnológicos.

El marco o contexto en que nos encontramos no estaría completo sin hablar de tendencias relacionadas con la filosofía y el estilo de vida que influyen sobre los nuevos productos y actitudes del futuro: el estoicismo, la frugalidad, la vida sencilla, el minimalismo, la voluntad de sacar el máximo provecho de las cosas, los pequeños espacios, o la observación de la naturaleza como fuente inspiradora y origen corriente panteísta que entronca con Henry David Thoreau y otros ecologistas “avant la lettre”.

¿Qué tiene que ver todo esto con los zapatos?

Los zapatos nos pueden unir al suelo, o separarnos de él. Su utilidad es indudable y, como el resto de prendas de ropa, su función los convierte en bienes con una utilidad futura asegurada.

De la misma manera que el corredor etíope Abebe Bikila recordó al mundo que es posible correr una maratón, y ganarla (y no frente a un puñado de aficionados, sino en unos Juegos Olímpicos, los de Roma de 1960), descalzo, el diseñador catalán Juli Capella explicaba a Kirsten Dirksen que el ser humano tendrá que volver a la esencia en el futuro, para crear los mejores productos, aquellos que garantizan nuestro bienestar y, en última instancia, felicidad.

El diseño que salvará al mundo tendrá menos material, más servicio

Juli Capella, y muchos otros, creen que los productos del futuro tendrán más servicio y menos materia. Las sillas fueron creadas porque existió primero la necesidad de sentarse. Si una empresa fuera capaz de comercializar un campo de energía que, sin átomos, nos permitiera sentarnos, como nos lo permite una piedra, no sería necesario gastar madera, o plástico, o hierro, o cualquier otra composición atómica, para cumplir con el objetivo último: sentarnos.

Los avances de las últimas décadas han olvidado en muchas ocasiones el objetivo primigenio de los distintos productos que surgen de los mejores institutos de diseño industrial, estudios de diseño y arquitectura, talleres artesanales, etcétera.

El calzado está volviendo, poco a poco, a la esencia que marcan sus orígenes: un abrigo para la suela de nuestros pies, que abriga, protege del frío o del calor extremos, evita las rozaduras, etcétera.

Los zapatos protegen, pero no deberían bloquear el diseño y función del pie

El reportero de salud y deportes y escritor estadounidense Christopher McDougall ha dedicado años de experiencia propia y seria investigación a reforzar la tesis que recoge en su libro Nacidos para correr: que los orígenes del ser humano están relacionados con la caza de animales por agotamiento, como explicamos en el artículo Nacidos para correr: Murakami, Bikila, tarahumara y san

Básicamente, nuestros ancestros, debido al diseño de nuestro cuerpo, mucho más eficiente en la transpiración que otros mamíferos y animales superiores, corrieron primero detrás de sus presas, a las que cazaban cuando estaban agotadas, antes de aprender a cazar con herramientas sofisticadas.

Lo más sorprendente para nuestra mentalidad: según la tesis de McDougall, que coincide con varios estudios, el ser humano corre más y mejor, y experimenta menos lesiones, si lo hace como sus antepasados, sin apenas calzado o, directamente, descalzo.

Esta y otras historias conducen a la conclusión de que el calzado y la ropa no son sectores en los que sólo se puede innovar experimentando con colores y materiales. El calzado puede evolucionar para adaptarse a los nuevos retos del ser humano, en ocasiones de un modo radical. Y ya lo está haciendo.

Principales tendencias en zapatos ecológicos

Los zapatos de la era “peak everything” experimentan distintos derroteros: mayor responsabilidad con los grupos de interés, mejores materiales y más ecológicos, mayor duración, mejores políticas de reciclaje, mayor comodidad, etcétera.

Hay compañías que innovan en sus políticas de responsabilidad empresarial, tales como Toms Shoes, que ofrece un par de zapatos a personas necesitadas en los países pobres por zapato comprado, sin olvidarse de la calidad, comodidad y estética de su calzado.

En la misma línea, trabaja la pequeña empresa etíope SoleRebels, que usa material reciclado, emplea a personal local y es ampliamente citada como modelo de desarrollo empresarial en África. La española Pikolinos también ha seguido la línea de la responsabilidad empresarial, al elaborar modelos en Kenia con la ayuda y el conocimiento ancestral de trabajadores Masai.

Abundan las firmas que se decantan, como modelo de negocio para el futuro, por el uso de mejores y más ecológicos materiales. Desde las firmas que optan por la durabilidad del material (Patagonia, Timberland) hasta las que hacen del material reciclado un atractivo comercial (Camper, Simple Shoes, o El Naturalista).

Patagonia más allá y, en lugar de conformarse con usar materiales reciclados u obtenidos de un modo ético, recuerda que el comprador tiene su parte de responsabilidad y, en lugar de cambiar constantemente de calzado, puede reforzar las suelas cuando éstas se gasten, o reparar el zapato cuando sea necesario. Conservar un zapato bueno y fabricado éticamente es mejor, dice Patagonia, que comprar zapatos -quizá más baratos, pero efímeros, lo que a la larga incrementa el gasto ecológico y económico- constantemente.

Siguiendo el ejemplo de Patagonia, nuevas compañías y diseñadores experimentan con maneras eficientes de conservar zapatos. Por ejemplo, diseñando modelos con cubierta y suela independientes, lo que permite conservar la cubierta y cambiar la suela cuando sea necesario, o a la inversa. Es el caso de, por ejemplo, Urshuz.

Pero, para lograr un menor impacto ecológico del calzado, no sólo se puede experimentar con materiales reciclables, actitudes frugales (comprar bien y reparar, como exhorta Patagonia), o desarrollar tecnologías que fomenten el ahorro (Urshuz).

Plantar zapatos viejos y verlos crecer: nutrientes biológicos

También hay empresas que siguen los preceptos de los diseños “de la cuna a la cuna” (Cradle to Cradle, C2C). Los productos Cradle to Cradle son capaces o bien de volver a la tierra sin que sea necesario gastar energía para ello (son biodegradables o, en terminología C2C, “nutrientes biológicos”); o bien son materiales sintéticos inocuos para el medio ambiente que pueden usarse, sin emplear energía extra, en indefinidos productos en el futuro, una vez haya finalizado la vida útil del producto.

En lugar de potenciar el carácter ético del zapato, o usar materiales reciclados y reciclables, la marca Oat Shoes ha optado por crear zapatillas deportivas biodegradables, según los principios C2C. Las zapatillas son, en terminología C2C, nutrientes biológicos que, una vez han finalizado su vida útil, pueden enterrarse en el jardín o la maceta, donde una vez descompuestas servirán a la tierra como alimento.

De este modo, se cumple una de las máximas C2C: el gasto (la zapatilla ya usada, una vez alcanza el fin de su vida útil) equivale a alimento (abono para las plantas).

Las Oat Shoes han sido fabricadas con cálamo, corcho, algodón orgánico, plásticos inocuos y biodegradables, lejía sin cloro y otros materiales. Han sido diseñadas para descomponerse con rapidez, una vez han sido enterradas. Y, sorpresa, sus suelas esconden semillas que, de germinar, se convertirán en plantas cuyos nutrientes proceden de la propia zapatilla en descomposición.

De tener éxito, las zapatillas Oat Shoes abrirían un nuevo camino en el sector del calzado, pasando del mero reciclaje a las zapatillas biodegradables. Otras compañías han empezado a explorar la otra posibilidad C2C, consistente en diseñar zapatillas que actúen como “nutrientes técnicos”, cuyos materiales podrían usarse en otros productos sin usar energía adicional en el proceso.

Nutrientes técnicos

El proyecto Reuse A Shoe de Nike es un loable inicio de la tendencia, aunque todavía tecnológicamente conservador: Nike usa zapatillas deportivas viejas recogidas por la marca para convertirlas en un material técnico ideal para construir pistas sintéticas de deportes como el Baloncesto.

El siguiente paso consistiría en diseñar todas las zapatillas de tal modo que no fuera necesario reciclar material muy diverso para obtener un material de peor calidad (proceso conocido como “downcycling”). Los “nutrientes técnicos” Cradle to Cradle no son materiales de peor calidad, sino que conservan sus atributos originales, además de no requerir procesos que requieran más energía que la usada en la fabricación del producto original.

Las compañías mencionadas exploran métodos éticos de fabricación y relación con sus grupos de interés, materiales reciclables, nuevas técnicas de ensamblaje y fabricación “modular” de piezas intercambiables, fomento del comportamiento frugal y responsable de los usuarios o, incluso, modelos íntegramente biodegradables con semillas en la suela, listas para germinar una vez el zapato viejo se ha enterrado en el jardín.

Otras marcas creen, como numerosos diseñadores industriales que una sociedad más ecológica y frugal transitará desde la cultura de la abundancia de productos tangibles hacia servicios, en los que existirá poco impacto ecológico (ausencia de átomos y su contaminación asociada), pero se mantendrá o incluso aumentará el bienestar, a través de los servicios.

Si una silla sirve para sentarse y antes que este objeto de mobiliario existió la necesidad de sentarse, un zapato sirve para caminar y antes que el zapato existió la necesidad de caminar y proteger el pie de entornos extremos (muy frío o muy caliente).

Elogio del pie descalzo

Del mismo modo que un campo de energía que actuara como una silla evitaría la necesidad de mantener sillas vacías ocupando espacio cuando no las necesitamos (qué malgasto, diremos en el futuro), un zapato mal diseñado incomoda, contamina y afea. Al fin y al cabo, el pie humano es un exquisito patrón de diseño natural que ha evolucionado gracias a nuestro equilibrado caminar bípedo.

De preguntar a la naturaleza, o a un “creador universal” con una actitud panteísta, el zapato del futuro se parecería más a los zapatos FiveFingers de Vibram, o modelos similares de otras marcas que parten de conceptos equiparables. La empresa Terra Plana experimenta, a través de diseños externos menos radicales, tanto con materiales éticos y reciclables como con ergonomías que imitan el caminar de los pies descalzos.

Más que zapatos, los Vibram FiveFingers son guantes para los pies, incluyendo un espacio independiente dedicado para cada dedo. Se limitan a actuar como epidermis que proteja el pie, para evitar rasguños o heridas. El resto, lo deja en manos de la evolución natural de nuestro cuerpo.

Liberándonos de los átomos: pensar más en el servicio, menos en el material

Diseñar para el futuro, con menos material y más servicio, conduce al calzado último, el más perfecto. Puede ser ir totalmente descalzo.

O lograr un método biodegradable que proporcione las mismas ventajas que permitir a nuestro cuerpo caminar del modo que nuestra herencia genética ha predeterminado. Las tecnologías del futuro también respetarán la naturaleza de las especies, incluida la nuestra. Y, entonces, quizá estaremos preparados para apreciar a sencilla perfección de unos zapatos de piel encontrados en Armenia que datan de hace 5.500 años.