¿Y si el “nuevo lujo” fuera la ausencia premeditada de “lujo” en espacios diseñados para que el protagonismo recayera en quienes viven y trabajan en ellos, facilitando flujos y acciones?
Partiendo del racionalismo, la tradición arquitectónica occidental avanza en una tendencia, iniciada ya con la arquitectura moderna y orgánica de mediados del siglo XX, que prioriza las necesidades permanentes del propio edificio y sus usuarios.
Inventiva de la necesidad
Este arrebato de humildad en la arquitectura residencial se erige sobre los errores y excesos inmobiliarios de la vorágine constructiva de la primera década del siglo -crédito barato, mentalidad que priorizaba el ahorro de costes de las economías de escala-, y situó la cantidad de espacio por encima de la localización, los acabados o los materiales.
La escasez de crédito y el cambio de mentalidad de arquitectos, promotores, constructores y compradores potenciales no sólo ha creado grandes bolsas de desempleo. También ha instigado a los supervivientes del sector a imaginar nuevos nichos, antes descartados por la exuberancia del crédito barato.
(Imagen: Diogene, microcasa high-tech diseñada por Renzo Piano por encargo de Vitra)
Entre ellos, el uso de espacios descartados, arrinconados o reducidos en los lugares especialmente apetecibles para solteros o pequeños núcleos familiares con perfil profesional y sin grandes ingresos. Son los microespacios.
Sondeando la profundidad del cambio de mentalidad
Los microespacios, rurales y urbanos, inspiran a todo el sector, del mismo modo que los microcoches encabezan muchas innovaciones del sector automovilístico.
Ni la mejora repentina de la economía en Europa o Norteamérica podría revertir el cambio de mentalidad en la arquitectura residencial, en un momento en que ciudades como Nueva York celebran incluso competiciones oficiales para impulsar la innovación en microapartamentos.
Pocos concebían, por ejemplo, que pernoctar sobre un árbol en nidos humanos (la “ramatectura“, como lo ha llamado The New York Times), se convirtiría en una selecta actividad de recreo.
La nueva ecuación en la arquitectura residencial
Flujos de aire y luz, estructura, materiales, aperturas, cubiertas y vegetación circundante contribuyen a la nueva ecuación, más cerca que nunca de los sistemas estéticos orientales, cuyo aparente misticismo esconde técnicas racionales para sumar “persona + hogar + entorno“.
El resultado: viviendas y espacios de trabajo sin decoración intrusiva ni elementos acumulados, a la par que frescos en verano, confortables en invierno y atentos a la impermanencia de la naturaleza (y la vida de los moradores), al recurrir a detalles como el uso de vegetación en aperturas y ventanales y, cuando es posible, celebrando lo orgánico con patios interiores, puertas correderas y recursos similares.
Tecnología, personalización, intemporalidad, “edición” de lo superfluo
La ecuación del “nuevo lujo” arquitectónico, carente de “lujo” per se, celebra la tecnología y la personalización:
- la “epidermis” de la construcción no obstruye y transpira (como en la arquitectura moderna y orgánica), aunque se “desmaterializa” y reduce su peso, gracias paredes y bigas translúcidas, por ejemplo (usando nuevos polímeros de plástico, aluminio y cemento translúcidos, etc.);
- la estructura “siente”: cimientos, paredes, techo, ventanas, patios, jardines, etc., incorporan sensores para evolucionar con el día o la estación, o reaccionar a acontecimientos inesperados (olas de frío y calor, catástrofes climáticas y naturales);
- el “contenido” está a la altura del “continente”: objetos, mobiliario, electrodomésticos, iluminación, climatización, etc., aparecen cuando son necesarios y cumplen con una función interconectada con la idea global del habitáculo. No hay objetos ni funciones físicas o sensoriales que obstruyan las otras;
- “sistema nervioso” personalizado y de bajo coste: llega la automatización sin ánimo exhibicionista, en la que objetos y aplicaciones se interconectan gracias a sensores y redes sin cables. Las soluciones “hazlo tú mismo” (DIY) se confunden con la automatización comercial;
- arquitectura de la necesidad: como en la arquitectura moderna, “la forma sigue a la función”, con un nuevo acento en sacar el máximo provecho de espacios reducidos. Lo pequeño también puede ser hermoso, había teorizado E.F. Schumacher en 1973;
- localización por encima de espacio desaforado: coincidiendo con el retorno de las manufacturas de alto valor añadido a los barrios más vibrantes de Occidente a medida que los productos personalizados desbancan en algunos sectores a la lógica de las economías de escala, los nuevos profesionales prefieren vivir en los lugares más fértiles y estimulantes para las ideas.
Solución para jóvenes que no renuncian a los centros urbanos
En Where Good Ideas Come From, Steven Johnson expone que la creatividad florece en ecosistemas similares a los usados por la vida para propagarse y, en el mundo de las ideas, el equivalente a la selva tropical o los arrecifes de coral son las ciudades más densas, dinámicas, diversas, educadas.
Atenta a los paralelismos entre complejidad biológica e innovación, la “arquitectura de la necesidad” explora diseños de la naturaleza, emplazamientos, tamaño (sin desmerecer lo pequeño per se y, en ocasiones, priorizándolo), materiales, conectividad, filosofías de vida, nuevas realidades sociales, etc., para concebir el apartamento, la casa, el edificio o la oficina del futuro.
A menudo, casa, edificio y oficina son un mismo espacio.
Nuevos edificios para nuevas realidades
Los “millenials” (a los que hemos llamado los “nuevos buscavidas” y los “artesanos-hacker” que crean y usan los nuevos productos y servicios) se crean a menudo su empleo (o pluriempleo) y contribuyen a que las nuevas manufacturas, tecnificadas y hechas bajo demanda gracias a tecnologías como Internet y la impresión 3D y CNC, vuelvan al centro de las ciudades más vibrantes de Occidente.
La incertidumbre económica de los jóvenes profesionales pesa sobre sus perspectivas y, con mayor profundidad, sobre sus valores y aspiraciones. El nuevo polimatismo, medio artesanal medio “high tech”, al que aspira la última hornada de emprendedores, enriquece la conversación sobre la “arquitectura de la necesidad”.
Los “millenials”, mejor educados pero con dificultades para mantener el nivel de renta y gastos de sus antecesores, optan por el acceso flexible al bienestar, persiguiendo una aspiración de felicidad menos relacionada con la posesión de bienes y más atenta al uso bajo demanda de productos y servicios.
La arquitectura residencial se abre a realidades hasta ahora vetadas. Nueva York o San Francisco se acomodan al nivel de renta de los últimos profesionales liberales en instalarse por su cuenta en los lugares más vibrantes de ambas ciudades, aunque ello implique reducir el tamaño de sus apartamentos.
Micropisos en Manhattan y San Francisco
Tanto Nueva York como San Francisco y otras ciudades norteamericanas integran, así, el modelo de alta densidad residencial existente en Europa Occidental o Japón, donde existe una tradición de “minipisos” o “microapartamentos”, muchos de ellos símbolo de las nuevas tendencias.
*faircompanies, a través de los vídeos de Kirsten Dirksen, experimenta la evolución de estas tendencias desde el mismo epicentro, con menciones a nuestro trabajo en un artículo de The New York Times dedicado a la temática: Gulliver Seeks Rental: The Newfound Fascination With Tiny Dwellings.
El artículo menciona los microapartamentos de Luke Clark Tyler y Felice Cohen, ambos dados a conocer por sendos vídeos de Kirsten. Los vídeos carecen de tono editorial moralizante y fluyen al estilo “cinéma vérité” (“direct cinema“, si se quiere) al que aspiramos.
Es también lo que tratamos con el documental (autoproducido y publicado en YouTube, sin subvenciones mediante) We the Tiny House People (2012 y 1:21:47 de extensión; enlace a IMDb):
Asimismo, Elizabeth A. Harris, autora del artículo sobre la nueva tendencia de los micropisos para jóvenes profesionales en Nueva York, incluye la lista de reproducción sobre microespacios de Kirsten Dirksen en YouTube, donde aparecen 80 recorridos virtuales por espacios mínimos en algunas de las ciudades más vibrantes (y caras) del mundo.
Cuando los nuevos talentos de Silicon Valley prefieren vivir en San Francisco
En San Francisco, mientras tanto, ya se habla de una nueva burbuja inmobiliaria. El motivo es un cambio de paradigma que preocupa incluso a las poblaciones suburbiales de Silicon Valley: los trabajadores más preparados de las empresas de la zona prefieren vivir en la ciudad, y su poder adquisitivo ha disparado los precios.
Siguiendo la voluntad de sus trabajadores potenciales, o quizá atraídos por el potencial creativo de un lugar cosmopolita y más denso que el valle, varias start-up tienen sus oficinas en la el mismo San Francisco, algo impensable hace unos años.
Otro viejo conocido de *faircompanies y protagonista de un vídeo de Kirsten Dirksen, el promotor Patrick Kennedy, ha logrado que San Francisco apruebe sus microapartamentos de 220 pies cuadrados (algo más de 20 metros cuadrados) para estudiantes y futuros emprendedores.
Los apartamentos, diseñados siguiendo un proceso iterativo e incremental (mejora constante a partir del ensayo y error), según el modelo de “desarrollo ágil” usado por algunas empresas de software e Internet, han suscitado interés en la prensa estadounidense.
Productos intemporales que alimentan tendencias
Antes de este repentino interés de los grandes medios, Kennedy nos explicaba, en el aparcamiento junto a sus oficinas donde guarda su pequeña Airstream, que el diseño compacto, preciso e irrompible de estas caravanas, dominado por el acero corrugado, inspiró la idea de crear microapartamentos.
El espacio compacto no debía ser una excusa y el espacio no debían perder lo esencial: buena localización en San Francisco (en detrimento de más espacio en una zona económica de las afueras), diseño exigente e iterativo, calidad de materiales y aparatos, versatilidad, “usabilidad” (otro concepto del mundo del software).
Reinerpretando a Diógenes: la cabaña futurista de Renzo Piano
Cuando arquitectos como Renzo Piano diseñan, con materiales y tecnología de hoy, su propia versión de la cabaña en el bosque de Henry David Thoreau, los microespacios han traspasado el nicho minoritario de los amantes de la vida sencilla y la introspección.
Si Thoreau fuera un amante del diseño en la actualidad, ¿sería Diogene, la pulcra microcasa de Renzo Piano con un sosegado aspecto futurista, el arquetipo de su espacio de introspección? Joseph Flaherty expone en Wired sus razones para creer que sí.
Y, en el proceso de destilación arquitectónica en busca del espacio esencial, con ecos introspectivos y espirituales, los edificios permanentes se (con)funden con espacios semi-permanentes de cartón, polímeros de plástico, madera de contrachapado, fibras vegetales, algas…
Desempolvando el espíritu nómada
Inspirándose a menudo en los pueblos nómadas, se recupera el carácter móvil de algunas estructuras: microcasas sobre remolques, vehículos de recreo que sirven de hogar para nómadas y permiten a estudiantes ahorrar dinero durante sus años en la costosa universidad estadounidense, etc.
Dos ejemplos presentes en sendos vídeos de Kirsten Dirksen para *faircompanies:
- el novato universitario Austin Hay, que vivirá en una microcasa sobre remolque que él mismo ha construido (vídeo);
- y el diseñador y arquitecto paisajista Andreas Stavropoulos, que reconvirtió una pequeña caravana Airstream de 1959 en el dormitorio universitario en que todos sus compañeros querían pasar el rato (vídeo y fotogalería).
Cuando los retiros de lujo se convierten en tiendas en el bosque
Dwell ha recopilado varios ejemplos arquetípicos de arquitectura de la necesidad. Entre los últimos:
- la mencionada Airstream de 1959 que sirvió de dormitorio universitario;
- la casa de campo confeccionada con contenedores logísticos en las montañas de Santa Cruz, California, que sirve de retiro de fin de semana para una familia de Silicon Valley, que *faircompanies visitó recientemente (vídeo de Kirsten Dirksen y fotogalería);
- un hotel mínimo en plena naturaleza dos horas y media al noroeste de Tokio, en el que dos pequeñas tiendas en forma de cúpula geodésica (una, sobre una tarima de madera; otra, encima del edificio principal, con cocina y comedor), empujan al visitante a lo esencial: el “baño forestal“;
- etc;
Aprendiendo de proyectos conceptuales: una casa de bajo coste en Vietnam
Si hay una construcción que representa la esencia de la arquitectura de la necesidad es la “casa de bajo coste” diseñada en Vietnam por Vo Trong Nghia Architects.
Esta estructura está desprovista de lo superfluo hasta alcanzar la ligereza de lo esencial por un precio e impacto testimoniales. La “casa de bajo coste” es un prototipo constructivo para el vietnam rural, aunque podría confundirse por la aspiración sostenible de algún arquitecto japonés, europeo o estadounidense.
Una estructura metálica sostiene una cubierta corrugada que protege del sol del mediodía y la lluvia, consistente y racional; bajo éste, una estructura rectangular translúcida, gracias a paredes y techumbre de bambú, aporta el equilibrio entre privacidad, protección contra el sol e iluminación natural indirecta.
El mobiliario, tan esencial como la propia estructura, como si se tratara de un modelo de la “no posesión” gandhiana en pleno siglo XXI.
Las nuevas bibliotecas
En el otoño de 2009, el Museo de Arte de Virsenum, en Suecia, presentó el manifiesto de la Arquitectura de la Necesidad, un concurso internacional trianual que ha fomentado la creatividad en construcción sostenible en las ediciones celebradas hasta ahora: 2010 y 2013.
Los proyectos ganadores de la última edición son una declaración de principios de los retos a los que se enfrenta la arquitectura.
Entre ellos, destaca el sencillo, barato y funcional edificio de madera y cubierta vegetal translúcida que aloja a la librería Liyan de la Universidad de Tsinghua, China.
Arquitectura y filosofías de vida
Su sencillez rústica e intemporalidad integra, además del sistema estético oriental, la planta racional de un edificio universitario, con reminiscencias escandinavas.
Y de China a Dinamarca, donde el estudio de arquitectura Vandkunsten experimenta con edificios con fachada recubierta por algas, una alternativa a las balas de paja.
Los edificios mencionados tienen vocación de respuesta honesta a los últimos conflictos y retos económicos, climáticos, existenciales.
Quieren formar parte de ecosistemas complejos, se trate de una ciudad vibrante, un barrio residencial, un bosque apartado…
O quizá un lugar provisional.