Las casas que optan por la verticalidad aprovechan su altura para disfrutar de vistas alejadas de la vecindad inmediata.
Como las viviendas medievales europeas con torreón, que incorporaban un punto elevado de vigilancia como protección ante incursiones no deseadas en zonas dadas a las revueltas (valles franceses y de Europa central) o castigadas por la piratería (Italia, Levante español), las casas elevadas combinan estancias de observación y de recogimiento.
Si la vivienda medieval con torreón evoluciona de los castillos y plazas fuertes, las nuevas casas unifamiliares que optan por planta vertical son una respuesta irreverente a la tendencia a la horizontalidad de los proyectos residenciales.
Recurriendo a la tradición caballeresca que ridiculizará Cervantes, las torres de doncella son el lugar donde se salvaguarda la inocencia virginal de personajes de cuentos de hadas y novelas de caballería. Y, nos guste o no, las andanzas de don Quijote tienen menos predicamento entre los jóvenes que La princesa prometida o el mundo fantástico de J.R.R. Tolkien, con sus innumerables torreones.
De torres y doncellas
Dejando de lado lo fantástico, la Torre de la Doncella se refiere también a una torre en particular: la de Leandro, una vivienda con torreón edificada en un pequeño islote a la entrada sur del Estrecho del Bósforo, en Estambul.
La torre actual se erige sobre construcciones anteriores que se remontan a una aduana que allí erigió Alcibíades, militar y orador de la Atenas clásica al que Sócrates salvó la vida en Potidaea (434 a.C.).
Estas nuevas casas con torre carecen de la estética fortificada de antaño y sustituyen las pequeñas ventanas geminadas del románico y el gótico europeos por grandes ventanales y puestos de observación para fundir el interior de la torre -o puesto elevado de observación- con el entorno donde se eleva, sea natural o urbano.
Esta voluntad de permitir la observación de lo circundante desde el lugar más elevado de una planta diseñada en vertical convierte la observación en parte del diseño, aunque el horizonte oteado prometa enemigos, sino la silueta de árboles y/o edificios.
La torre de Michel de Montaigne
Michel de Montaigne, filósofo del Renacimiento francés y considerado fundador del ensayo moderno, lamentó en sus escritos haber nacido en una época en que las supersticiones y las guerras de religión eran corrientes.
De origen noble francés y judeoespañol, Montaigne se las ingenió para elevarse sobre el espíritu dogmático y beligerante de su entorno de la Dordoña, en el interior de la región de Burdeos. Pese a sus viajes por Italia y Francia, Montaigne expresó en sus ensayos que su auténtica formación se produjo en el torreón medieval de su casa en Dordoña, que albergaba una extensa biblioteca repleta de clásicos grecorromanos y todo tipo de obras europeas contemporáneas.
La llamada torre Montaigne es el único vestigio del castillo del siglo XVI que habitó Montaigne con su familia, mientras el resto de la estructura tuvo que reconstruirse tras un fuego en 1885.
Renovada con el auspicio del propio Michel de Montaigne en 1571, la torre cuenta con la biblioteca estancias de estudio y descanso que el autor usó al retirarse de la vida pública, optando por la lectura, el estudio, la escritura: su propósito vital, en definitiva.
El mundo desde las alturas: vistas y recogimiento desde la casa-torreón
La torre Montaigne es precursora de las viviendas verticales de la actualidad, combinando un confort espartano, casi castrense, con recogimiento y vistas privilegiadas de lo circundante, un lugar inmejorable para instalar la biblioteca que tanto cita en sus ensayos.
La torre del autor en su castillo de Dordoña está compuesta por tres cuerpos arquitectónicos: una torre circular central; una torre secundaria semicircular aneja a la principal, que contiene la escalera en espiral de acceso a las estancias; y un corps principal de planta cuadrada con habitaciones y baño.
Este dominio privado del autor francés, poco dado a florituras y pomposidades sociales, incluía una capilla en la primera planta, mientras la segunda planta incluye el dormitorio y la tercera está dedicada a la biblioteca, unida a la estancia para estudiar en la planta cuadrada o corps de logis.
La biblioteca del torreón
La tercera planta de la torre Montaigne, o biblioteca con acceso al estudio, no sólo sirvió al autor de espacio de estudio, reflexión y recogimiento, sino que su distribución física influyó sobre el trabajo del autor, como reconoció el propio Montaigne en sus ensayos.
Montaigne navegó por los libros de su biblioteca, pero también aprovechó el estímulo de las citas y máximas que había hecho pintar en paredes y techo: varias de las citas usadas en sus textos surgen de la “decoración” del interior de la torre.
Cuarenta y seis de las cuarenta y ocho vigas de la biblioteca, además de dos vigas de apoyo, incluyen citas en latín y griego de autores estoicos, epicúreos (incluyendo a Lucrecio y su poema De rerum natura, el gran hallazgo de los buscadores de manuscritos en monasterios medievales en busca de clásicos olvidados o desaparecidos en la historia), así como autores escépticos.
El propio Montaigne se consideraba escéptico: quizá por ello las dos vigas estructurales alberguen ocho inscripciones de autores escépticos, sobre todo pertenecientes a Sexto Empírico.
Vistas desde la torre
Asimismo, imaginamos al autor escéptico acercándose a la ventana y observando la llegada de algún forastero a caballo, solo o acompañado de su séquito. En sus ensayos, Montaigne describe alguno de estos encuentros, como el anécdota de la llegada inesperada de un caballero que apenas conoce y que se interesa por el interior de su casa.
En la historia anecdótica, incluida en el libro tercero de sus ensayos, Montaigne explica cómo, al mostrar total confianza y consideración para con el forastero, éste se desdice de sus primeras intenciones -quizá robar a Montaigne- y acaba alabando al autor, despidiéndose poco después con buenos designios.
Subir a la torre y recogerse junto a la chimenea, con una luz lúgubre matinal que ilumina con plasticidad lo que han dicho Horacio, Lucrecio, Sófocles, Menandro. Más allá de las dos pequeñas ventanas de la cara sur de la torre, por donde entra la luz matinal, algunos pájaros alzan el vuelo entre la bruma y los campos cultivados.
Torres medievales
Pocas estructuras nos evocan con tanta riqueza el rumor del origen medieval de la modernidad como las casonas con torreón, una tímida transición desde las más aparatosas torres fortificadas de los castillos de épocas donde cada familia propietaria se proporcionaba su propia seguridad.
El propósito defensivo de las “tower houses” de Irlanda y de las regiones de lucha entre poblaciones célticas y anglosajonas de Gran Bretaña explicaría su distribución, especialmente importante en el suroeste de Irlanda, Gales, Cornualles y Escocia.
Los señores del norte de Iberia se sirvieron de casonas con torreón para defenderse de incursiones, y muchas de estas torres fueron derribadas en las guerras medievales entre señoríos de los viejos reinos.
La desaparición de las casas-torre de la Europa medieval, hoy vestigios de realidades previas a la Ilustración, contrasta con el surgimiento de una nueva generación de casas-torre, la función de cuya altura está más relacionada con el dominio visual del paisaje.
Casas verticales contemporáneas
Para Eric Baldwin (Architizer), las nuevas casas-torre, que sustituyen la estética y materiales propios de una fortificación medieval con aspecto y tecnología contemporánea, son un potente ejemplo de cómo una vivienda puede trascender lo local.
En estas nuevas construcciones residenciales se impone el eclecticismo estilístico gracias a tendencias en la arquitectura postmoderna como el regionalismo, que cuenta con tantas variantes como definiciones. No obstante, la diferencia de estilos contrasta con una aproximación similar a conceptos como el de las vistas y la jerarquía de las estancias en el punto de observación dentro de la vivienda.
La observación privilegiada del entorno transforma la experiencia de los habitantes de la vivienda vertical, que combinan una integración convencional -a ras de suelo- con el espacio más próximo, con la observación del horizonte. Un diseño que crea una relación más enriquecedora con el entorno: usando el sentido figurado, se pueden ver los árboles, pero también el bosque.
El cuerpo vertical de las nuevas casas-torre integra ventanales que se convierten en puntos de observación, así como balconadas y elementos que se integran en el conjunto en secuencias espaciales que, en ocasiones, evocan elementos más presentes en edificios de oficinas y apartamentos, como ventanales y balcones de tamaño decreciente, en función de la altura, posición en la torre y ángulo lumínico.
Observar lo interior y lo exterior
Aunque las casas-torre son una excepción en arquitectura residencial, varios de estos proyectos responden al encargo de profesionales que priorizan la observación, el estudio o el recogimiento por encima de otras consideraciones, como la amplitud del espacio o su contacto con el mundo al nivel del suelo.
Michel de Montaigne reflexiona en el Capítulo III del libro tercero de sus ensayos sobre la importancia de su dominio particular: él no habla de tierras, posesiones, títulos u honores de raigambre o conquista, sino de su dominio íntimo, la torre que guarda sus libros.
Tras referirse a la historia del príncipe de Nápoles y Sicilia que viajaba de manera poco onerosa pese a que le siguiera un séquito pomposo, mostrando una “austeridad ligera e insegura”, Montaigne reflexiona sobre los libros, que le acompañan incluso cuando no los abre, pues el saber que están ahí condiciona la reflexión:
“Ni en tiempo de paz, ni en épocas de guerra dejan los libros de acompañarme, a pesar de lo cual pasarán muchos días y hasta meses sin que eche mano de ellos; los leeré dentro de un momento, me digo, o mañana, o cuando se me antoje: mientras tanto el tiempo corre y se va sin serme oneroso, pues es indecible cuánto me tranquilizo y apaciguo considerando que están junto a mí para procurarme placer cuando lo quiera y reconociendo cuán grande es el alivio que proporcionan a mi vida.”
Encender un fuego y observar el horizonte
Y, pasando al aspecto físico de su convivencia con la representación material del saber y el retiro voluntario que requiere una actitud contemplativa:
“En mi vivienda me refugio con mayor frecuencia en mi biblioteca, donde, teniéndolo todo al alcance, doy órdenes a mis gentes. Me coloco a la entrada y veo mi jardín, el patio, el corral, así como a la mayor parte de las personas de mi casa.
“Allí hojeo unas veces un libro, otras otro, sin orden ni designio, al desgaire: unas veces fantaseo, otras registro y otras dicto paseándome los ensueños que aquí veis. Está instalada en el piso tercero de una torre: el primero es mi capilla; el segundo, un dormitorio con sus accesorios, donde me acuesto con frecuencia para encontrarme solo, que tiene por encima un espacioso guardarropa; antaño era el lugar más inútil de mi casa.
“Allí paso la mayor parte de los días de mi vida y casi todas las horas del día, pero nunca por la noche permanezco. Contiguo al dormitorio hay un pulido gabinete, donde en invierno puede encenderse fuego, con pintorescas vistas.”
10 casas-torre contemporáneas
Las reflexiones de Montaigne sobre la transitoriedad de la existencia desde su torre sirven de inspiración para la siguiente recopilación de casas-torre contemporáneas.
1. Casa-torre en las montañas Catskill (GLUCK+, condado de Ulster, interior rural del Estado de Nueva York, Estados Unidos)
2. Casa Four Eyes (Edward Ogosta Architecture (valle de Coachella, California, Estados Unidos)
3. Casa Cien (Pezo von Ellrichshausen, Concepción, Chile)
4. Cabaña en la garganta Rabbit Snare (isla de Cape Breton, Nueva Escocia, Canadá)
5. Casa-torre Keenan (Marlon Blackwell Architects; Fayetteville, Arkansas, Estados Unidos)
6. Casa-torre en un entorno urbano (On Architecture; Gimhae-si, Corea del Sur)
7. Maison L (Christian Pottgiesser, afueras de París, Francia)
8. Casa-torre de Glen Lake (Balance Associates, Michigan, Estados Unidos)
9. Torre de la Doncella (Marte.Marte Architects, Dafins, Austria)
10. Casa-torre (Benjamin Waechter, Portland, Oregón, Estados Unidos)