(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Polimatía: *divagando* se obtienen las mejores soluciones

Las mentes más creativas de cada generación comparten un rasgo con los niños: tanto polímatas como los más pequeños saben divagar y analizan cada situación como si fuera la primera vez.

Ello les da una ventaja competitiva para resolver encrucijadas de un modo creativo que se acerca a la genialidad. Esta hipótesis ha sido refrendada por los últimos estudios.

Especialización sí, sin renunciar a la sabiduría transversal

Uno de los mantras más repetidos en las últimas décadas en países con falta de competitividad consistía en recomendar una sociedad más educada y especializada.

Ello, dice la teoría, creará a la larga puestos de trabajo con mayor valor, más difíciles de deslocalizar o sucumbir a las primeras de cambio en ciclos económicos negativos como el actual.

Sin desmerecer esta visión de la realidad, otros expertos alertan sobre una formación que se obsesione con lo concreto y cree lo que el escritor y periodista William Deresiewicz llama los tecnócratas mejor formados de la historia que, sin embargo, carecen de la formación y capacidad creativa para, sirviéndose de distintas disciplinas, adoptar las mejores decisiones, que cada vez atañen a más ámbitos.

Decisiones pobres que parten de disciplinas aisladas

Las soluciones de ahora y del futuro, como crearse uno mismo su puesto de trabajo, o sobreponerse al pesimismo y la tóxica modorra negativa de una sociedad acomodaticia que nunca aprendió a salir de la zona de confort, no llegarán profundizando en ideas y disciplinas estanco, que actúen como silos.

Ahora más que nunca, dice Kyle Wiens, consejero delegado de iFixit, se necesitan líderes polímatas, que conozcan la ciencia y los clásicos por igual, y sepan interpretar cada situación a partir de métodos interiorizados que no hallarán en ningún manual ni búsqueda apresurada en Google.

No basta con hacer más horas de matemáticas y asignaturas de ciencias; tampoco hay que olvidar la filosofía y la enseñanza de la cultura clásica. La simbiosis entre estas disciplinas y valiosas experiencias vitales han forjado las mentes más creativas y productivas de las últimas décadas. Y de la historia.

Las últimas personalidades renacentistas

¿Qué tienen en común Tim O’Reilly, Yvon Chouinard, Steve Jobs, Henry Ford o Nikola Tesla? Todos tenían, o tienen, un poco de artesanos, aventureros, personas bien formadas (a menudo de manera autodidacta) en cultura clásica, científica y técnica. La literatura y la filosofía también son importantes.

Pero no basta con reconocer que necesitamos más trabajadores, pensadores, líderes y personas anónimas con espíritu renacentista, polímatas de formación y vocación (consultar artículo Elogio de la polimatía: genios que dominaron varias materias). Hay que averiguar qué mecanismos usan los mejores polímatas para ser más creativos, productivos, para aportar riqueza.

Sin olvidar que la base fundamental para crear prosperidad trasciende al propio individuo y tiene que ver con la suerte o azar de nacer en un lugar del mundo donde funcione el mercado, se respeten la propiedad privada y los contratos, y exista una cierta prosperidad social.

Jared Diamond expone estos requisitos básicos para que tenga sentido fomentar, por ejemplo, una educación que promueva el polimatismo, el espíritu crítico y aventurero y la tolerancia al riesgo.

Mecanismos para alumbrar las mejores ideas

Supongamos que se dan estas condiciones. ¿Qué mecanismos usan los mejores para alumbrar las mejores ideas? ¿Existe algún común denominador patente entre las mejores mentes renacentistas? ¿Son los polímatas una especie en extinción en un mundo cada vez más especializado?

A falta de respuestas concretas a las dudas y preguntas en torno a la genialidad que, según los teóricos, suele aparecer en grupos y aglutinarse en determinados momentos históricos, podemos recurrir a estudios concretos sobre los mecanismos que usados por polímatas reconocidos para trabajar.

Un estudio recién publicado en Nature nos ayuda a comprender algunos de los procesos que más han ayudado a los polímatas de la historia, más allá de lo sobreentendido: capacidad de trabajo, tesón, perseverancia, tolerancia al estrés, ambición, entorno competitivo, necesidades básicas cubiertas (consultar la pirámide de las necesidades de Maslow).

Dejar que nuestra mente divague no equivale a vegetar

Dice el estudio de Nature que quienes han aprendido a dejar que su mente divague demuestran mayor pericia para resolver problemas de manera creativa.

En este caso, divagar no equivale a desentenderse, posponer responsabilidades o relajarse, esperando que lleguen las musas. Al contrario, la posposición puede convertirse en una dolencia patológica y poco tiene de positivo.

En el estudio de Nature, “divagar” equivale a relajar la mente para que pueda interrelacionar información aparentemente inconexa de modos creativos, alejados de la monótona ortodoxia generada por permanecer dentro las fronteras de la comodidad, el conformismo y la mediocridad.

¿Musas o destellos de inspiración nacidos de la mente en tránsito?

Nature: “Se dice que científicos desde Arquímedes a Isaac Newton o Albert Einstein tenían destellos de inspiración mientras pensaban sobre otras cosas. Pero los mecanismos detrás de este fenómeno fisiológico no eran claros”.

Según el estudio, y como intuimos, tomarse simplemente un descanso no aporta inspiración; de ahí la manida frase a la que recurren quienes han alcanzado notoriedad en sus especialidades trabajando duro: en vez de esperar a las musas, que las musas cojan a uno trabajando.

Según el estudio de Nature, la creatividad se ve favorecida cuando realizamos tareas que invitan a nuestra mente a divagar.

El estudio

Los investigadores concedieron a 145 estudiantes 2 minutos para enumerar el mayor número de posibles usos de un objeto cotidiano, la tarea definida en el experimento como de “pensamiento creativo”.

Se dividió a los participantes en 4 grupos, cada uno de los cuales desarrolló una tarea distinta tras el esfuerzo: un primer grupo descansó; un segundo realizó una actividad memorística que requería toda la atención; el tercer grupo fue envuelto en una tarea poco exigente y relacionada con el tiempo de reacción, para que la mente divagara; el cuarto grupo no tuvo descanso.

Acto seguido, los investigadores realizaron una segunda prueba sobre potenciales usos inusuales de objetos. El grupo que había realizado la tarea relajada para fomentar la divagación de la mente lo hicieron un 40% mejor que antes de realizar la prueba, mientras que el resto de grupos no registraron ninguna mejoría.

El estudio de Nature sugiere que la tolerancia a la presión y el estrés, así como contar con mecanismos efectivos para abstraerse de un entorno negativo u hostil, fomentan el pensamiento creativo y mejoran su calidad. De no contar con estos mecanismos, los mismos individuos serían menos creativos.

Trabajar duro, sí; aprender a divagar, también

Un mensaje subyacente: trabajar duro sí (voluntad contra determinismo genético), y descansar también. Pero es crucial aprender a divagar.

Ello explicaría por qué a menudo tenemos la sensación de que las ideas llegan cuando no pensamos en ellas de manera consciente.

Se trata de algo así como encontrarse en el duro proceso de aprendizaje de una asignatura, un trabajo, un lenguaje de programación, una profesión.

Dice el danés David Heinemeier Hansson, creador del entorno de programación Ruby on Rails y socio de la firma de desarrollo de software con sede en Chicago 37Signals, que “sólo tienes una oportunidad de ser un principiante”.

El dolor que subyace en el reto difícil

“Cuando empiezas con algo, se manifiesta todo el dolor de la dificultad subyacente. Uno se deja las cejas en cosas que los veteranos han aprendido a eludir. Esto es, a la vez, una maldición y un regalo”.

“Una maldición -prosigue David Heinemeier Hansson- porque es difícil progresar cuando estás constantemente en dificultades. Crece la frustración y se puede sentir la cercanía de la derrota. Puedes caer en la tentación de rendirte antes de conocer la danza de los nativos”.

“Pero es también un regalo, porque [el principiante] tiene la claridad para hacer las cosas drásticamente mejor (…)”.

“Una vez te hayas aclimatado a la temperatura de la olla, hervirás junto con el resto de las ranas. Pero, hasta entonces, te encuentras en una posición mágica para hacer grandes progresos. Para proponer soluciones radicales, ideas deliberadamente ignorantes que puede que sean brillantes”.

(Re)definiendo la chispa de la genialidad

“Es ese un momento para hacer lo imposible, porque todavía careces del conocimiento necesario para ser consciente de lo que no puede hacerse”.

Los polímatas más productivos han aprendido a divagar como lo hacen los seres más creativos que conocemos, los únicos que tienen una actitud original y primigenia con muchas de las aventuras cotidianas que acomenten: los niños.

No es casual que la pintura cubista más aclamada se acerque tanto al trazo infantil.

***

Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,
anduvo peregrinando larguísimo tiempo

(Homero, La Odisea).